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Aguila Imperial Ibérica

Aguila Imperial Ibérica

Aquila heliaca adalberti

El águila imperial ibérica ( Aquila adalberti ) es una especie de ave accipitriforme de la familia Accipitridae.

Es una de las aves endémica de la Península Ibérica.

Hasta no hace mucho se le consideraba una subespecie del águila imperial ( Aquila heliaca ), pero los estudios de ADN de ambas aves demostraron que estaban lo suficientemente separadas como para constituir cada una una especie válida.

El águila imperial ibérica es un ave muy amenazada, y en la actualidad se estima una población de unas 200 parejas.

Su nombre binomial conmemora al príncipe Adalberto de Baviera.

Descripción

El plumaje es pardo muy oscuro en todo el cuerpo, excepto en los hombros y la parte alta de las alas, de color blanco.

La nuca es ligeramente más pálida que otras partes del cuerpo, y la cola más oscura, sin bandas claras o líneas blancas como en el águila imperial oriental.

En el caso de los individuos subadultos, éstos son pardo-rojizos, sin diferencias de coloración, y no desarrollan el plumaje de los individuos maduros hasta los 5 años de edad, al mismo tiempo que la madurez sexual.

El tamaño medio de los adultos es de entre 78 y 83 cm de altura, y 2,8 kg, si bien las hembras, más grandes que los machos, pueden llegar a los 3,5 kg.

La envergadura alar varía entre los 1,8 y 2,1 m.

Viven unos 20 años de media, habiéndose documentado ejemplares de 27 años en el medio natural y de 41 en cautividad.

Hábitat

Sus territorios abarcan una gran cantidad de hábitats, desde pinares en las zonas de montaña a sistemas dunares y marismas en zonas de costa.

Sus mayores densidades se alcanzan en terrenos llanos o con relieves suaves, con formaciones arbóreas de importancia, aunque no dominantes ( dehesas ) y con buenas poblaciones de conejo.

Históricamente la persecución de esta especie hizo que las parejas supervivientes fueran las que se refugiaron en zonas de difícil acceso y relieve abrupto, generalmente en zonas de montaña.

Su recuperación ha llevado a que las nuevas parejas, y también algunas antiguas vayan ocupando espacios de llanura y penillanura.

Dentro del territorio del águila, de su zona de campeo, se pueden distinguir tres zonas: la zona de nidificación; la zona de alimentación cercana, el cazadero más habitual que es defendido por la pareja para su uso exclusivo; y la zona de alimentación lejana que se usa de manera más ocasional, su uso es compartido con otras parejas y otras rapaces, y se usa más fuera de la época de cría.

Los jóvenes, al emanciparse, se dispersan por zonas cercanas o alejadas de donde nacieron, en busca de nuevos territorios de caza y reproducción.

Comportamiento

Al contrario que el águila imperial oriental de Eurasia y África oriental, la especie ibérica no emigra.

Cada pareja defiende su zona de caza y reproducción (unas 2.000 hectáreas ) durante todo el año.

Alimentación

El grueso de su alimentación lo constituyen los conejos, que cazan en solitario o en pareja.

También depreda sobre liebres, palomas, cuervos y otras aves, y en menor medida zorros y pequeños roedores, y pueden alimentarse ocasionalmente de carroña.

Reproducción

El águila imperial ibérica es monógama.

La época de celo se da de marzo a julio, durante el cual las águilas reacondicionan uno de los nidos que han usado durante años rotando de uno a otro.

Estos nidos están situados en la copa de árboles como alcornoques o pinos.

En las zonas de repoblación forestal se han habituado a nidificar sobre eucaliptos, a pesar de ser ésta una especie alóctona.

Nidifican tanto en ramas altas como bajas.

La puesta típica consta de 4 a 5 huevos de 130 gramos de peso que se incuban durante 43 días.

Es común el que se desarrollen hasta tres polluelos, aunque esta tendencia ha disminuido en los últimos años debido al uso de pesticidas, que aumentan el número de huevos infértiles.

Si el año es malo y hay poca comida, el pollo mayor la acapara y es el único que sobrevive; no obstante, se puede decir que el águila imperial ibérica no practica el cainismo.

Cuando necesitan ir en busca de comida, los padres cubren los huevos o polluelos con hojas y ramas para evitar que sean descubiertos por los depredadores, algo que a veces no es suficiente, terminando con alguno de los pollos capturado por un águila real o, en el caso de los nidos bajos, incluso un zorro u otro carnívoro de tamaño medio.

Los jóvenes abandonan el nido entre 65 y 78 días después de nacer, pero continúan viviendo en las inmediaciones y siendo alimentados por los padres durante 4 meses.

Pasado este tiempo, se independizan y emprenden una vida nómada.

Cuando alcanzan la madurez sexual suelen visitar los límites de los territorios de parejas sedentarias a la búsqueda de algún individuo de sexo contrario «soltero» o «viudo».

Los jóvenes nómadas son frecuentemente atacados por las parejas de adultos en cuyos territorios se han adentrado.

Evolución de la distribución y abundancia históricas hasta la actualidad

La regresión en el rango de distribución es débil durante, aproximadamente, el periodo 1850-1890.

A partir de esta fecha se intensifica hasta el final de la primera década del siglo XX resultando ya escasa en varias regiones, y durante el porvenir del mismo el proceso resulta muy acelerado.

Antes del comienzo de la disminución se distribuía por toda la Península menos en el norte (Cataluña, Pirineos, Cordillera Cantábrica y norte de Portugal) y en el norte de Marruecos.

Existe una importante carencia de información.

Como se ha mencionado anteriormente, para principios del XX la especie ya era escasa.

Durante el periodo 1850-1890 se cita en lugares en los que en la primera década del siguiente siglo era rara: el levante español, la Sierra de la Estrella y la región del Alentejo en Portugal, el Sistema Penibético, la península Tingitana...

De todos estos sectores desaparece a lo largo del decalustro.

Así, en 1950 quedan solamente las poblaciones principales del cuadrante suroccidental de España, con zonas adyacentes, es decir, sin fragmentar: Doñana, Sierra Morena occidental (pequeña), valle del Tajo a su paso por la frontera entre España y Portugal y por Torrejón el Rubio, en Extremadura (pequeña), Montes de Toledo y valle del Tiétar a su paso por la frontera de Madrid, junto a Ávila.

Con la continuación del declive, en el censo de 1967, el primero que se realizó, se estimaron 50 parejas.

En este recuento se consideró la distribución por 4 núcleos: Sierra de Guadarrama, Monte del Pardo, Valle del Tajo y Doñana, pero un segundo censo en 1974, más preciso, corrigió esta distribución con la observada en el párrafo anterior pero, evidentemente (pues pasaron 25 años) con los núcleos mucho más reducidos, y además fragmentados, restando solo algunas subpoblaciones muy pequeñas junto a los mismos, como la de Sierra de Béjar.

Gracias a las labores de recuperación y la protección legal proporcionada en 1966, la tendencia negativa se invirtió en la década de los 70, y al final de los 80 el número estimado era de 130 parejas.

Con lo cual, las poblaciones existentes crecieron y se formaron nuevos núcleos pequeños, como el de Sierra Morena oriental.

No obstante durante los 90 la evolución de la población fue muy negativa, y con respecto al censo de 1989 se produce una disminución del 30% en las parejas.

Esta propensión se invierte con el comienzo del nuevo siglo, y para 2004 ya hay 195 parejas.

En la actualidad (2011) hay 317 parejas, lo que supone que los antiguos sectores de distribución han aumentado notablemente y se han formado nuevas subpoblaciones.

De esta manera, Sierra Morena occidental y oriental presentan poblaciones grandes, la población del valle del Tiétar se ha extendido hacia el norte hasta penetrar en Castilla y León y cubrir las sierras del norte de Madrid, ha nacido un nuevo núcleo en el sureste de Portugal, y en general el resto de concentraciones ha crecido llegando incluso a dejar de estar muy poco o nada fragmentadas (siguiendo con el valle del Tiétar, ha crecido de esa manera gracias a que las subpoblaciones del Monte del Pardo y Sierra de Guadarrama también lo han hecho, uniéndose así conjuntamente las tres agrupaciones).

Estado de conservación

En España se censaron 194 parejas reproductoras ( 2004 ) y recientemente dos parejas han recolonizado Portugal.

Los contingentes de la especie han mantenido una tendencia de crecimiento positiva desde 1974, fecha del primer censo, hasta la actualidad.

Parte de este cambio al alza en el número de individuos podría estar ligado a un mayor esfuerzo de prospección durante la última década.

En 2010 se censaron 282 parejas: 279 en España y 3 en Portugal (Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino).

BirdLife International, siguiendo los criterios UICN 2001 para las listas rojas, la clasifica como Vulnerable (VU), lo que supone un descenso de categoría desde la última revisión, que la consideraba como En Peligro (EN).

Este cambio de estatus se ha visto propiciado por los resultados obtenidos en modelizaciones que apuntan a una estabilización de las diferentes subpoblaciones en los próximos años.

A pesar de esta tendencia poblacional positiva, se trata de una especie con un número de individuos muy reducido y cuya supervivencia esta ligada a actuaciones de conservación intensivas.

Entre las principales causas de amenaza destacan la mortalidad por venenos, electrocución y persecución humana directa, la escasez de conejos ( Oryctolagus cuniculus ) —su principal presa—, deterioro y fragmentación del hábitat, contaminación y enfermedades.

A comienzos del siglo XX, el águila imperial ibérica todavía era un animal muy abundante en gran parte de su zona de distribución, pero en las últimas décadas su número ha descendido en picado.

La población de Marruecos se considera extinta.

Desde 1991 se observa una acusada desproporción de sexos en la población del entorno de Doñana, donde un 70% de los pollos nacidos son machos.

En 2005, el CSIC puso en marcha un plan para intentar aumentar el número de hembras y resolver este problema.

Aunque todavía sigue en peligro, la atención de las administraciones españolas ha conseguido que a pesar de todos los impedimentos, la población de este símbolo de la fauna ibérica se haya duplicado desde principios de los años 90.

En la actualidad existe un plan de recuperación de las especie a nivel nacional y algunas de las comunidades autónomas que albergan al ave también han desarrollado sus propios planes de conservación.

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