Elementos químicos

Oxígeno

El oxígeno es un elemento químico de número atómico 8 y representado por el símbolo O.

Su nombre proviene de las raíces griegas ὀξύς (oxys) («ácido», literalmente «punzante», en referencia al sabor de los ácidos ) y –γόνος (-gonos) («productor», literalmente «engendrador»), porque en la época en que se le dio esta denominación se creía, incorrectamente, que todos los ácidos requerían oxígeno para su composición.

En condiciones normales de presión y temperatura, dos átomos del elemento se enlazan para formar el dioxígeno, un gas diatómico azul muy pálido, inodoro e insípido con la fórmula O 2.

Este compuesto comprende una importante parte de la atmósfera y resulta necesario para sostener la vida terrestre.

El oxígeno forma parte del grupo de los anfígenos en la tabla periódica y es un elemento no metálico altamente reactivo que forma compuestos (especialmente óxidos ) fácilmente con la mayoría del resto de elementos.

Asimismo, es un fuerte agente oxidante y tiene la segunda electronegatividad más alta de todos los elementos, solo superado por el flúor.

Medido por su masa, el oxígeno es el tercer elemento más abundante del universo, tras el hidrógeno y el helio y el más abundante en la corteza terrestre, formando prácticamente la mitad de su masa.

El oxígeno libre es demasiado reactivo para aparecer en la Tierra sin la acción de los organismos que efectúan procesos fotosintéticos con liberación de oxígeno a partir del agua.

El oxígeno elemental O 2 solamente empezó a acumularse en la atmósfera después de la aparición de estos organismos, aproximadamente hace 2 500 millones de años.

El oxígeno diatómico constituye el 20,8% del volumen de la atmósfera terrestre.

Dado que constituye la mayor parte de la masa del agua, es también el componente mayoritario de la masa de los seres vivos.

Todas las moléculas importantes que forman parte de los seres vivos, como las proteínas, los carbohidratos y los lípidos, contienen oxígeno, así como los principales compuestos inorgánicos que forman los caparazones, dientes y huesos animales.

El oxígeno elemental se produce por cianobacterias, algas y plantas, y todas las formas complejas de vida lo usan para su respiración celular.

El oxígeno es tóxico para los organismos de tipo anaerobio obligado, que dominaron la vida temprana en la Tierra hasta que el O 2 comenzó a acumularse en la atmósfera.

Otra forma ( alótropo ) del oxígeno, el ozono (O 3 ), ayuda a proteger la biosfera de la radiación ultravioleta a gran altitud, en la llamada capa de ozono, pero es contaminante cerca de la superficie, donde es un subproducto del esmog.

A altitudes aún mayores de la órbita baja terrestre, el oxígeno atómico tiene una presencia significativa y causa erosión en las naves espaciales.

Carl Wilhelm Scheele descubrió el oxígeno de forma independiente en Uppsala en 1773, o incluso antes, y Joseph Priestley, en Wiltshire en 1774, pero Priestley suele recibir el honor debido a que su trabajo se publicó antes.

Antoine Lavoisier, cuyas investigaciones ayudaron a desacreditar la entonces popular teoría del flogisto de combustión y corrosión, acuñó el nombre “oxígeno” en 1777.

Este se produce industrialmente mediante la destilación fraccionada de aire licuado, el uso de zeolita con adsorción por oscilación de presión para concentrar el oxígeno del aire, la electrólisis del agua y otros medios.

Los usos que se le dan al oxígeno incluyen la producción de acero, plásticos y textiles; los propulsores de cohetes; la oxigenoterapia ; y la asistencia para la respiración en aeronaves, submarinos, vuelos espaciales y submarinismo.

Características

Estructura

En condiciones normales de presión y temperatura, el oxígeno es un gas pálidamente azul e inodoro con fórmula molecular O 2, en el que dos átomos de oxígeno se enlazan con una configuración electrónica en estado triplete.

Este enlace tiene un orden de enlace de dos y se suele simplificar en las descripciones como un enlace doble o como una combinación de un enlace de dos electrones y dos enlaces de tres electrones.

El oxígeno triplete (no debe confundirse con el ozono, O 3 ) es el estado fundamental de la molécula O 2, que cuenta con dos electrones desparejados que ocupan dos orbitales moleculares degenerados.

Estos orbitales se clasifican como antienlaces (debilitan el orden de enlace de tres a dos), de manera que el enlace del dioxígeno es más débil que el triple enlace del nitrógeno diatómico, en el que todos los orbitales de los enlaces moleculares se rellenan, pero algunos orbitales de antienlace no lo están.

En su forma normal de triplete, las moléculas de O 2 son paramagnéticas ; es decir, que en presencia de un campo magnético forman un imán, debido al momento magnético del espín de los electrones desparejados en la molécula y la interacción de canje negativa entre moléculas de O 2 contiguas.

Un imán atrae al oxígeno líquido hasta tal punto que, en demostraciones de laboratorio, un hilo de oxígeno líquido puede sostenerse contra su propio peso entre los polos de un imán potente.

El oxígeno molecular singlete es un nombre dado a varias especies de O 2 de mayor energía, en los que todos los electrones giran y se emparejan.

Es mucho más reactivo con moléculas orgánicas habituales que el oxígeno molecular en sí mismo.

En la naturaleza, el oxígeno singlete se suele formar con el agua en la fotosíntesis, usando la energía solar.

También se produce en la troposfera a causa de la fotolisis del ozono por la luz de onda corta, así como por el sistema inmunitario como una fuente de oxígeno activo.

En los organismos fotosintéticos (y posiblemente también en los animales), los carotenoides juegan un papel fundamental en la absorción de energía del oxígeno singlete y la conversión de este a su estado no excitado antes de que pueda causar daño a los tejidos.

Alótropos

El alótropo más normal del oxígeno elemental es el llamado dioxígeno (O 2 ), que tiene una longitud de enlace de 121 pm y una energía de enlace de 498 kJ•mol −1.

Esta es la forma que usan las formas de vida complejas, como los animales, en su respiración celular (véase rol biológico ) y es la forma que tiene una gran importancia en la composición de la atmósfera terrestre (véase incidencia ).

El trioxígeno (O 3 ) se conoce habitualmente como ozono y es un alótropo muy reactivo, dañino para el tejido pulmonar.

El ozono se produce en la atmósfera superior cuando el O 2 se combina con el oxígeno atómico a causa de la división del O 2 por la radiación ultravioleta.

Ya que el ozono es un poderoso absorbente en la región ultravioleta del espectro electromagnético, la capa de ozono de la atmósfera superior funciona como un escudo protector de la radiación que recibe el planeta.

Cerca de la superficie terrestre, no obstante, es un contaminante formado como subproducto de las emisiones de automóviles.

La molécula metaestable del tetraoxígeno (O 4 ) no fue descubierta hasta 2001, y se cree que existe en una de las seis fases del oxígeno sólido.

En 2006 se demostró que esta fase, creada mediante la presurización del O 2 a 20 GPa, es, de hecho, un clúster O 8 de sistema trigonal.

Este clúster tiene potencial para ser un oxidante mucho más potente que el O 2 y el O 3 y podría, por tanto, ser usado como propulsor de cohetes.

En 1990 se descubrió una fase metálica, en la que el oxígeno sólido está sujeto a una presión superior a 96 GPa y que, según se mostró en 1998, a temperaturas muy bajas se convierte en superconductor.

Propiedades físicas

El oxígeno es más soluble en agua que el nitrógeno; esta contiene aproximadamente una molécula de O 2 por cada dos moléculas de N 2, comparado con la proporción en la atmósfera, que viene a ser de 1:4.

La solubilidad del oxígeno en el agua depende de la temperatura, disolviéndose alrededor del doble (14.6 mg•L −1 ) a 0 °C que a 20 °C (7.6 mg•L −1 ).

A 25 °C y 1 atmósfera de presión, el agua dulce contiene alrededor de 6.04 mililitros (mL) de oxígeno por litro, mientras que el agua marina contiene alrededor de 4.95 mL por litro.

A 5 °C la solubilidad se incrementa hasta 9.0 mL (un 50% más que a 25 °C) por litro en el agua y 7.2 mL (45% más) en el agua de mar.

El oxígeno se condensa a 90.20 K (−182.95 °C, −297.31 °F) y se congela a 54.36 K (−218.79 °C, −361.82 °F).

Tanto el O 2 líquido como el sólido son sustancias con un suave color azul cielo causado por la absorción en el rojo (en contraste con el color azul del cielo, que se debe a la dispersión de Rayleigh de la luz azul).

El O 2 líquido de gran pureza se suele obtener a través de la destilación fraccionada de aire licuado.

El oxígeno líquido también puede producirse por condensación del aire, usando nitrógeno líquido como refrigerante.

Es una sustancia altamente reactiva y debe separarse de materiales inflamables.

Isótopos y origen estelar

El oxígeno que encontramos en la naturaleza se compone de tres isótopos estables: 16 O, 17 O y 18 O, siendo el 16 O el más abundante (99.762% de abundancia natural ).

La mayor parte del 16 O se sintetiza al final del proceso de proceso de combustión del helio en una estrella masiva, pero otra parte se produce en el proceso de combustión del neón.

El 17 O surge fundamentalmente por la combustión del hidrógeno en helio durante el ciclo CNO, convirtiéndolo en un isótopo común en las zonas de combustión de hidrógeno en las estrellas.

Por su parte, la mayoría del 18 O se produce cuando el 14 N (que abunda debido a la combustión CNO) captura un núcleo de 4 He, causando una abundancia de 18 O en las zonas ricas en helio de las estrellas masivas.

Se han caracterizado catorce radioisótopos, de los que los más estables son el 15 O con un periodo de semidesintegración de 70,606 segundos.

Todos los restantes isótopos radiactivos tienen periodos de semidesintegración inferiores a 27 segundos y la mayor parte de estos, inferiores a 83 milisegundos.

La forma de descomposición de los isótopos más ligeros que el 16 O es la descomposición β + para producir nitrógeno y, para los más pesados que el 18 O, la desintegración beta para formar flúor.

Abundancia

El oxígeno es el elemento químico más abundante, por masa, en la biosfera, el aire, el mar y el suelo terrestres.

Es, asimismo, el tercero más abundante en el universo, tras el hidrógeno y el helio.

Alrededor del 0,9% de la masa del Sol es oxígeno, que constituye también el 49,2% de la masa de la corteza terrestre y es el principal componente de los océanos de la Tierra (88,8% de su masa total).

El oxígeno gaseoso es el segundo componente más abundante en la atmósfera terrestre, ya que supone un 20,8% de su volumen y el 23,1% de su masa (unas 10 15 toneladas).

La Tierra es una excepción entre los planetas del Sistema Solar por la alta concentración de oxígeno gaseoso en su atmósfera; por ejemplo, Marte (con un 0.1% de O 2 del total de su volumen) y Venus tienen concentraciones mucho menores.

Sin embargo, el O 2 que rodea a estos planetas proviene exclusivamente de la reacción que sufren moléculas que contienen oxígeno, cómo el dióxido de carbono, por efecto de la radiación ultravioleta.

La inusualmente alta concentración de oxígeno gaseoso en la Tierra es el resultado del ciclo de circulación.

Este ciclo biogeoquímico describe el movimiento del oxígeno en el interior de sus tres principales reservas en el planeta y entre ellas: la atmósfera, la biosfera y la litosfera.

El factor de conducción más importante en este ciclo es la fotosíntesis, responsable de la atmósfera moderna de la Tierra, que libera oxígeno en la atmósfera, mientras que los procesos de respiración y descomposición lo eliminan.

En el equilibrio actual, la producción y el consumo tienen lugar con un ratio aproximado de 1/2000 de la totalidad del oxígeno atmosférico por año.

El oxígeno no combinado también se da en soluciones en las masas de agua del planeta.

La mayor solubilidad del O 2 a baja temperatura (véase Propiedades físicas ) tiene implicaciones importantes para la vida marina, ya que los océanos polares sostienen una densidad de vida mucho mayor debido por su superior contenido de oxígeno.

La cantidad de O 2 en el agua puede haberse visto reducida por la contaminación hídrica, debido a la acción de la descomposición de las algas y otros biomateriales por un proceso llamado eutrofización.

Los científicos evalúan este aspecto de la calidad del agua a través de la medición de la demanda biológica de oxígeno en ella, o la cantidad de O 2 necesaria para restaurarla a una concentración normal.

Rol biológico

Fotosíntesis y respiración

En la naturaleza, el oxígeno no combinado se produce por la fotodescomposición del agua durante la fotosíntesis.

Según algunas estimaciones, las algas verdes y las cianobacterias de ambientes marinos proporcionan alrededor del 70% del producido en la Tierra, y las plantas terrestres, el resto.

Otros investigadores estiman que la contribución oceánica al oxígeno atmosférico es aún mayor, mientras que otros la sitúan por debajo, en torno a un 45% del oxígeno atmosférico total del planeta cada año.

Una fórmula global simplificada de la fotosíntesis es:

La evolución fotolítica del oxígeno tiene lugar en las membranas tilacoides de los organismos fotosintéticos y requiere la energía de cuatro fotones.

Están implicados muchos procesos, pero el resultado es la formación de un gradiente de un protón a través de la membrana tilacoide, que se usa para sintetizar adenosín trifosfato (ATP) por la fotofosforilación.

El O 2 restante tras la oxidación de la molécula de agua se libera a la atmósfera.

El dioxígeno molecular es esencial para la respiración celular en todos los organismos aerobios, ya que las mitocondrias lo usan para ayudar a generar adenosín trifosfato durante la fosforilación oxidativa.

La reacción para la respiración aerobia es básicamente lo contrario que la fotosíntesis y se simplifica de la siguiente forma:

En los vertebrados, el O 2 se difunde por membranas pulmonares hacia los glóbulos rojos.

La hemoglobina envuelve el O 2 cambiando su color de un rojo azulado a un rojo brillante (el CO 2 se libera desde otra parte de la hemoglobina mediante el efecto Bohr ).

Otros animales usan la hemocianina ( moluscos y algunos artrópodos ) o la hemeritrina ( arañas y langostas ).

Un litro de sangre puede disolver 200 cm 3 de O 2.

Las especies reactivas de oxígeno, como el ion superóxido (O 2 - ) y el peróxido de hidrógeno, son peligrosos subproductos del uso de oxígeno en los organismos.

Algunas partes del sistema inmunitario de organismos más avanzados, sin embargo, crean peróxido, superóxido y oxígeno singlete para destruir microbios invasores.

Las especies reactivas de oxígeno también tienen un rol importante en la respuesta hipersensible de las plantas contra ataques patógenos.

Un adulto humano en reposo respira de 1,8 a 2,4 gramos de oxígeno por minuto.

Sumada la cantidad inhalada por todas las personas del planeta, hace un total de 6000 millones de toneladas de oxígeno por año.

Contenido en el cuerpo

El contenido de oxígeno en el cuerpo de un ser vivo es normalmente mayor en el sistema respiratorio y disminuye a lo largo de cualquier sistema arterial, los tejidos periféricos y el sistema venoso, respectivamente.

El contenido de oxígeno en este sentido se suele dar como la presión parcial, que es la presión que tendría el oxígeno si ocupase por sí solo el volumen de las venas.

Acumulación en la atmósfera

El oxígeno gaseoso no combinado era casi inexistente en la atmósfera terrestre antes de la evolución de las bacterias y arqueobacterias fotosintéticas.

Apareció por primera vez en cantidades significativas durante el Paleoproterozoico (hace alrededor de 2500 y 1600 millones de años).

En un principio, el oxígeno se combinó con hierro disuelto en los océanos para crear formaciones de hierro bandeado.

Los océanos comenzaron a exhalar oxígeno no combinado hace 2700 millones de años, alcanzando el 10% de su nivel actual hace unos 1700 millones de años.

La presencia de grandes cantidades de oxígeno no combinado disuelto en los océanos y la atmósfera pudo haber conducido a la extinción de la mayoría de los organismos anaerobios que vivían entonces, durante la Gran Oxidación ( catástrofe del oxígeno ) hace unos 2400 millones de años.

Sin embargo, el uso de O 2 en la respiración celular permite producir a los organismos aerobios mucho más ATP que los anaerobios, ayudando a los primeros a dominar a biosfera de la Tierra.

La fotosíntesis y la respiración celular del O 2 permitió la evolución de las células eucariotas y, finalmente, la aparición de organismos multicelulares complejos como plantas y animales.

Desde el comienzo del periodo Cámbrico hace 540 millones de años, los niveles de O 2 han fluctuado entre el 15% y el 30% por volumen.

Hacia finales del Carbonífero (hace unos 300 millones de años) el nivel de O 2 en la atmósfera alcanzó un volumen máximo del 35%, que pudo haber contribuido al gran tamaño de los insectos y anfibios de aquella época.

La actividad humana, incluyendo la combustión de 7000 millones de toneladas de combustible fósil cada año, ha tenido un impacto muy pequeño en la cantidad de oxígeno combinado en la atmósfera.

Con los niveles actuales de fotosíntesis, llevaría unos 2000 años regenerar la cantidad total de O 2 en la atmósfera actual.

Historia

Primeros experimentos

Uno de los primeros experimentos conocidos sobre la relación entre la combustión y el aire lo desarrolló el escritor sobre mecánica de la Antigua Grecia Filón de Bizancio, en el S.

II a.

C.

.

En su obra Pneumatica, Filón observó que invirtiendo un recipiente sobre una vela prendida y rodeando el cuello de este con agua, una parte del líquido subía por el cuello.

Supuso, de forma incorrecta, que algunas partes del aire en el recipiente se convertían en elemento clásico del fuego y, entonces, era capaz de escapar a través de poros en el cristal.

Muchos siglos después, Leonardo da Vinci observó que una porción del aire se consume durante la combustión y la respiración.

A finales del S.

XVII, Robert Boyle probó que el aire es necesario para la combustión.

El químico inglés John Mayow perfeccionó su trabajo mostrando que solo requería de una parte del aire, que llamó spiritus nitroaereus o simplemente nitroaereus.

En un experimento, descubrió que, colocando tanto un ratón como una vela encendida en un contenedor cerrado sobre agua, hacía que esta subiera y reemplazara un catorceavo del volumen del aire antes de que se apagara la vela y muriera el ratón.

Debido a esto, supuso que el nitroaereus se consume tanto por la respiración como por la combustión.

Mayow observó que el antimonio incrementaba su peso al calentarse e infirió que el nitroaereus debía haberse combinado con él.

Pensó también que los pulmones separaban el nitroaereus del aire y lo pasaba a la sangre, y que el calor animal y el movimiento muscular eran producto de la reacción del nitroaereus con ciertas sustancias en el cuerpo.

Publicó informes sobre estos experimentos y otras ideas en 1668, en su obra Tractatus duo, en el tratado «De respiratione».

Teoría del flogisto

Robert Hooke, Ole Borch, Mijaíl Lomonósov y Pierre Bayen produjeron oxígeno durante experimentos entre los siglos XVII y XVIII, pero ninguno de ellos lo reconoció como un elemento.

Esto pudo deberse en parte a la prevalencia de la filosofía de la combustión y la corrosión, denominada teoría del flogisto, que por aquel entonces era la explicación preferida para esos procesos.

Esta teoría, establecida en 1667 por el químico alemán Johann Joachim Becher y modificada por el también químico Georg Stahl en 1731, postulaba que todos los materiales combustibles constaban de dos partes; una, llamada flogisto, que era emitida al quemar la sustancia en cuestión, y otra, denominada desflogisticada, que se tenía por su verdadera forma o calx (ceniza; creta en latín ).

Los materiales altamente combustibles que dejan poco residuo, como la madera o el carbón, se creían hechos en su mayor parte por flogisto, mientras las sustancias no combustibles que corroen, como el hierro, contienen muy poco.

El aire no tenía ningún papel en la teoría del flogisto ni se realizaron experimentos cuantivativos para poner a prueba la idea; por el contrario, se basaba en observaciones de lo que sucedía cuando algo se quemaba: los objetos más comunes parecían volverse más ligeros y perder algo en el proceso.

El hecho de que una sustancia como la madera realmente ganara peso en su conjunto durante el quemado se ocultaba por la flotabilidad de los productos gaseosos de la combustión.

Una de las primeras pistas sobre la falsedad de la teoría del flogisto fue que los metales también ganaban peso en la oxidación (cuando supuestamente perdían flogisto).

Descubrimiento

El oxígeno fue descubierto por el farmacéutico sueco Carl Wilhelm Scheele, que produjo oxígeno gaseoso calentando óxido de mercurio y varios nitratos alrededor de 1772.

Scheele llamó al gas «aire del fuego», porque era el único apoyo conocido para la combustión, y escribió un informe de su descubrimiento en un manuscrito que tituló «Chemische Abhandlung von der Luft und dem Feuer» («Tratado químico del aire y del fuego») y envió a su editor en 1775, si bien no se publicó hasta 1777.

Entre tanto, el 1 de agosto de 1774, el clérigo británico Joseph Priestley condujo un experimento en el que enfocó la luz solar sobre óxido de mercurio (II) (HgO) en el interior de un tubo de cristal, que liberó un gas que él llamó «aire desflogisticado».

Notó que las velas prendían más vívamente en el gas y que el ratón estaba más activo y vivía más tiempo mientras lo respiraba.

Tras inhalar él mismo el gas, escribió: «La sensación del gas en mis pulmones no era perceptiblemente diferente al del aire normal, pero sentí mi pecho particularmente ligero y desahogado durante un rato después».

Priestley publicó sus hallazgos en 1775 en un artículo titulado «An Account of Further Discoveries in Air» («Informe de más descubrimientos en el aire»), que incluyó en el segundo volumen de su libro titulado Experiments and Observations on Different Kinds of Air.

Debido a que publicó sus hallazgos primero, Priestley suele ser considerado el autor del descubrimiento.

El renombrado químico francés Antoine Lavoisier reclamó posteriormente haber descubierto la sustancia de forma independiente.

No obstante, Priestley visitó a Lavoisier en octubre de 1774 y le habló sobre su experimento y cómo había liberado el nuevo gas.

Scheele también escribió una carta a Lavoisier el 30 de septiembre de ese mismo año, en la que describía su propio descubrimiento de la sustancia antes desconocida, pero el francés nunca accedió a recibirla.

Después de la muerte de Scheele se encontró una copia de la carta entre sus pertenencias.

Contribución de Lavoisier

Aunque fue cuestionado en su época, Lavoisier condujo los primeros experimentos cuantitativos adecuados sobre la oxidación y dio la primera explicación correcta acerca del funcionamiento de la combustión.

Usó estos y otros experimentos similares que comenzaron en 1774 para desacreditar la teoría del flogisto y para demostrar que la sustancia descubierta por Priestley y Scheele era un elemento químico.

En un experimento, Lavoisier observó que no se producía un incremento global en el peso cuando el estaño y el aire se calentaban en un contenedor cerrado.

Notó que, cuando abrió el contenedor, el aire entró súbitamente en él, lo que indicaba que parte del aire atrapado se había consumido.

También notó que el estaño había aumentado su peso y que el aumento era igual al del peso del aire que volvió al contenedor cuando lo abrió.

Este y otros experimentos sobre la combustión se documentaron en su libro Sur la combustion en général, publicado en 1777.

En esa obra, probó que el aire es una mezcla de dos gases: el «aire esencial», fundamental para la combustión y la respiración, y el azote (del griego ἄζωτον, sin vida), que no servía para ninguna de las dos y se denominaría posteriormente nitrógeno.

Lavoisier renombró al «aire esencial» como oxígeno en 1777, desde las raíces griegas ὀξύς (oxys) ( ácido, literalmente «punzante», por el sabor de los ácidos) y -γενής (-genēs) (productor, literalmente «engendrador»), porque pensaba, erróneamente, que el oxígeno era un constituyente de todos los ácidos.

Los químicos (notablemente sir Humphry Davy en 1812) al cabo de un tiempo determinaron que Lavoisier se equivocó en su apreciación, pues, de hecho, es el hidrógeno el que forma la base de los ácidos, pero el nombre ya se había popularizado.

Historia posterior

La hipótesis atómica original de John Dalton asumía que todos los elementos eran monoatómicos y que los átomos de los compuestos tendrían normalmente las relaciones atómicas más simples.

Por ejemplo, Dalton pensaba que la fórmula del agua era HO, presentando la masa atómica del oxígeno como 8 veces la del hidrógeno, en vez de 16, el valor que se le da hoy en día.

En 1805, Louis Joseph Gay-Lussac y Alexander von Humboldt mostraron que el agua está formada por dos volúmenes de hidrógeno y uno de oxígeno y, en 1811, Amedeo Avogadro dio con la correcta interpretación de la composición del líquido, basado en la que hoy se denomina Ley de Avogadro y en la suposición de moléculas diatómicas elementales.

A finales del S.

XIX, los investigadores se dieron cuenta de que el aire podía licuarse y sus componentes aislarse mediante compresión y enfriamiento.

Utilizando un método de cascada, el químico y físico suizo Raoul Pictet evaporó dióxido de azufre para licuar dióxido de carbono, que por su parte era evaporado para enfriar el oxígeno gaseoso lo suficiente para pasarlo a líquido.

Envió un telegrama a la Academia de Ciencias de Francia el 22 de diciembre de 1877 anunciando su descubrimiento del oxígeno líquido.

Solo dos días después, el físico francés Louis Paul Cailletet anunció su propio método para licuar oxígeno molecular.

En ambos casos solo se produjeron unas pocas gotas del líquido, por lo que no se pudo llevar a cabo un análisis concluyente.

El oxígeno fue licuado de forma estable por primera vez el 29 de marzo de 1883 por los científicos polacos de la Universidad Jagellónica Zygmunt Wróblewski y Karol Olszewski.

En 1891, el químico escocés James Dewar pudo producir la suficiente cantidad de oxígeno líquido para estudiarlo.

El primer proceso viable comercialmente para producir oxígeno líquido fue desarrollado en 1895 de forma independiente por los ingenieros Carl von Linde, alemán, y William Hampson, británico.

Redujeron la temperatura del aire hasta que se licuó y, entonces, destilaron los componentes gaseosos haciéndolos bullir uno a uno y capturándolos.

Más tarde, en 1901, la soldadura de oxiacetileno se demostró por primera vez al quemar una mezcla de acetileno y O 2 comprimido.

Este método de soldaje y cortado del metal se convertiría después en corriente.

El físico William Thomson, en 1898, calculó que el oxígeno que permanece en el planeta tiene solo unos 400 o 500 años, basándose en el ritmo de uso de los combustibles fósiles en la combustión.

En 1923, el científico estadounidense Robert Goddard se convirtió en la primera persona en desarrollar un motor cohete, que usaba gasolina como combustible y oxígeno líquido como oxidante.

El 16 de marzo, hizo volar con éxito un pequeño cohete propulsado por combustible líquido durante 56 m a 97 km/h, en Auburn (Massachusetts).

Producción industrial

Se emplean principalmente dos métodos para producir 100 millones de toneladas de O 2 extraídas del aire para usos industriales cada año.

El más común consiste en destilar fraccionadamente aire licuado en sus diversos componenetes, con el N 2 destilado como vapor y el O 2 dejado como líquido.

El otro método principal de obtención de O 2 gaseoso consiste en pasar un chorro de aire limpio y seco a través de una base de un par de tamices moleculares de zeolita, que adsorben el nitrógeno y reparte un chorro de gas que es de un 90 a un 93% O 2.

Simultáneamente, la otra base de zeolita saturada de nitrógeno libera este gas mediante la reducción de la presión de funcionamiento de la cámara y la desviación de parte del oxígeno desde la base productora a través de ella, en dirección contraria al flujo.

Después de un ciclo completo, las bases se intercambian, permitiendo un suministro constante de oxígeno a través de una tubería.

Esto se conoce por adsorción por oscilación de presión.

El oxígeno se obtiene en aumento por medio de estas tecnologías no criogénicas.

El oxígeno también puede producirse mediante la electrólisis del agua, descomponiéndola en oxígeno e hidrógeno, para lo cual debe usarse una corriente continua; si se usara una corriente alterna, los gases de cada extremo consistirían en hidrógeno y oxígeno en la explosiva relación 2:1.

Contrariamente a la creencia popular, la relación 2:1 observada en la electrólisis de corriente continua del agua acidificada no demuestra que la fórmula empírica del agua sea H 2 O, a menos que se asuman ciertas premisas sobre la fórmula molecular del hidrógeno y el oxígeno.

Un método similar es la evolución electrocatalítica del O 2 de óxidos a oxoácidos.

También se pueden usar catalizadores químicos, como en el generador químico de oxígeno o en las velas de oxígeno que se usan en el equipamiento de apoyo en submarinos y que aún son parte del equipamiento estándar en aerolíneas comerciales para casos de despresurización.

Otra tecnología de separación del aire consiste en forzar la disolución del aire a través de membranas de cerámica basadas en dióxido de zirconio, ya sea por alta presión o por corriente eléctrica, para producir O 2 gaseoso prácticamente puro.

Para grandes cantidades, el precio del oxígeno líquido era en 2001 de aproximadamente 0.21 USD /kg.

Debido a que el coste de la energía necesaria para licuar el aire supone el principal coste de producción, el coste total varía atendiendo al de la energía.

Por razones de economía, el oxígeno se suele transportar en grandes cantidades en estado líquido, almacenado en tanques especialmente aislados, ya que un litro de oxígeno licuado equivale a 840 litros de oxígeno gaseoso a presión atmosférica y 20 °C (68 °F).

Estas cisternas se usan para rellenar los grandes contenedores de oxígeno líquido que se encuentran fuera de los hospitales y demás instituciones que necesitan ingentes cantidades de oxígeno gaseoso puro.

El oxígeno líquido se pasa por unos intercambiadores de calor que convierten el líquido criogénico en gas antes de que entre en el edificio.

El oxígeno también se almacena y envía en cilindros que contienen el gas comprimido, lo que resulta útil para ciertas aplicaciones médicas portátiles y oxicorte.

Usos y aplicaciones

Medicina

El propósito esencial de la respiración es tomar el O 2 del aire y, en medicina, se usan suplementos de oxígeno.

El tratamiento no solo incrementa los niveles de oxígeno en la sangre del paciente, sino que tiene el efecto secundario de disminuir la resistencia al flujo de la sangre en muchos tipos de pulmones enfermos, facilitando el trabajo de bombeo del corazón.

La oxigenoterapia se usa para tratar el enfisema, la neumonía, algunas insuficiencias cardíacas, algunos desórdenes que causan una elevada presión arterial pulmonar y cualquier enfermedad que afecte a la capacidad del cuerpo para tomar y usar el oxígeno.

Los tratamientos son lo suficientemente flexibles como para ser usados en hospitales, la vivienda del paciente o, cada vez más, con instrumentos móviles.

Así, las tiendas de oxígeno se solían usar como suplementos de oxígeno, pero han ido sustituyéndose por las máscaras de oxígeno y las cánulas nasales.

La medicina hiperbárica (de alta presión) usa cámaras especiales de oxígeno para aumentar la presión parcial del O 2 en el paciente y, cuando son necesarias, en el personal médico.

La intoxicación por monóxido de carbono, la mionecrosis (gangrena gaseosa) y el síndrome de descompresión a veces se tratan con estos aparatos.

El aumento de la concentración del O 2 en los pulmones ayuda a desplazar el monóxido de carbono del hemogrupo de hemoglobina.

El oxígeno es tóxico para la bacteria anaerobia que causa la gangrena gaseosa, de manera que aumentar su presión parcial ayuda a acabar con ellas.

El síndrome de descompresión les sucede a los buzos que salen demasiado rápido del mar, lo que resulta en la formación de burbujas de gas inerte, sobre todo nitrógeno, en su sangre.

También se usa oxígeno para pacientes que necesitan ventilación mecánica, normalmente a concentraciones superiores al 21% encontrado en el aire ambiental.

Por otra parte, el isótopo 15 O se usó de forma experimental en la tomografía por emisión de positrones.

Apoyo vital y uso recreativo

Una aplicación notable del O 2 como gas respirable de baja presión se encuentra en los trajes espaciales modernos, que envuelven el cuerpo de sus ocupantes con aire presurizado.

Estos dispositivos usan oxígeno casi puro a una presión de alrededor de un tercio de la común, resultando en una presión parcial normal en el O 2 de la sangre.

Este intercambio de oxígeno de alta concentración para una baja presión es necesario para mantener la flexibilidad de los trajes espaciales.

Los buceadores y los tripulantes de submarinos también usan O 2 artificialmente proporcionado, pero la mayoría usan una presión normal y/o una mezcla de oxígeno y aire.

El uso de O 2 puro o casi puro en buceo a presiones por encima del nivel del mar se limita generalmente a los descansos, descompresiones y tratamientos de emergencia a relativamente poca profundidad (~6 metros o menos).

El buceo a mayor profundidad requiere una dilución significativa de O 2 con otros gases, como nitrógeno o helio, para ayudar a prevenir el efecto de Paul Bert (toxicidad del oxígeno).

Los escaladores de montaña y los que viajan en aviones no presurizados a veces tienen un suplemento de O 2.

Los pasajeros de aviones comerciales (presurizados) tienen un suministro de O 2 para emergencias, que les es puesto automáticamente a su disposición en caso de despresurización de la cabina.

Una pérdida repentina de presión en la cabina activa generadores químicos de oxígeno sobre cada asiento y hacen caer máscaras de oxígeno.

Al tirar de la máscara para comenzar el flujo de oxígeno, tal y como indican las instrucciones de seguridad, se fuerzan las limaduras de hierro en el clorato de sodio dentro del recipiente.

Se produce, entonces, un chorro constante de oxígeno debido a la reacción exotérmica.

El oxígeno, como un supuesto eufórico suave, tiene una historia de uso recreativo en deportes y bares de oxígeno.

Estos son establecimientos que aparecieron en Japón, California y Las Vegas a finales de los años 1990 que ofertan exposiciones a niveles de O 2 superiores a lo normal a cambio de una determinada tarifa.

Los atletas profesionales, especialmente en fútbol americano, también salen del campo en ocasiones, durante los descansos, para ponerse máscaras de oxígeno y obtener una estimulación en su juego.

El efecto farmacológico es dudoso y el efecto placebo es la explicación más factible.

Existen estudios que respaldan esa estimulación con mezclas de O 2 enriquecido, pero solo si se inhalan durante el ejercicio aeróbico.

Industria

La fundición de mena de hierro en acero consume el 55% del oxígeno producido comercialmente.

En este proceso, el O 2 es inyectado mediante una lanza de alta presión en el molde de hierro, que expulsa las impurezas de azufre y el exceso de carbono, en forma de sus respectivos óxidos, SO 2 y CO 2.

Las reacciones son exotérmicas y la temperatura asciende hasta los 1700 Cº.

Otro 25% de este oxígeno se dedica a la industria química.

El etileno reacciona con el O 2 para crear óxido de etileno, que, a su vez, se convierte en etilenglicol, el material usado como base para fabricar una gran variedad de productos, incluyendo anticongelantes y polímeros de poliéster (los precursores de muchos plásticos y textiles ).

La mayor parte del 20% restante se usa para aplicaciones medicinales, oxicorte, como oxidante en combustible de cohetes y en tratamiento de aguas.

El oxígeno se usa en el oxicorte quemando acetileno con O 2 para producir una llama muy caliente.

En este proceso, el metal de hasta 60 centímetros de grosor se calienta primero con una pequeña llama de oxiacetileno para después ser rápidamente cortado por un gran chorro de O 2.

Ciencia

Los paleoclimatólogos miden la relación entre el oxígeno-18 y el oxígeno-16 en los esqueletos y exoesqueletos de los organismos marinos para determinar cómo era el clima hace millones de años.

Las moléculas de agua de mar que contienen el isótopo más ligero, el oxígeno-16, se evaporan a un ritmo ligeramente mayor que las moléculas que contienen oxígeno-18 (un 12% más pesado); esta disparidad se incrementa a bajas temperaturas.

En periodos con una temperatura global más baja, la nieve y la lluvia procedentes de esa agua evaporada tienden a ser más ricas en oxígeno-16, mientras que el agua marina que queda tiende a serlo en oxígeno-18.

Los organismos marinos, por tanto, incorporan más oxígeno-18 en sus esqueletos y exoesqueletos de lo que harían en un medio más cálido.

Los paleoclimatólogos también miden directamente esta relación en las moléculas de agua de muestras de núcleo de hielo que se han coservado durante varios cientos de miles de años.

Los geólogos planetarios han medido las diferencias en la abundancia de isótopos de oxígeno en muestras de la Tierra, la Luna, Marte y meteoritos, pero no han estado lejos de poder obtener valores de referencia para las relaciones entre isótopos del Sol, que se creen iguales a aquellas de la nebulosa protosolar.

Sin embargo, el análisis de una oblea de silicio expuesta al viento solar en el espacio y devuelta a la Tierra por la sonda Génesis desveló que el Sol tiene una proporción de oxígeno-16 mayor que nuestro planeta.

La medición implica que un proceso desconocido agotó el oxígeno-16 del disco protoplanetario del Sol antes de la fusión de los granos de polvo que formaron la Tierra.

El oxígeno presenta dos bandas de absorción espectrofotométrica con máximos en longitudes de onda de 687 y 760 nanómetros.

Algunos científicos de detección remota han propuesto usar la medición del resplandor procedente de los doseles de vegetación en aquellas bandas para caracterizar la salud de las plantas desde una plataforma satelital.

Esta aproximación explota el hecho de que en esas bandas es posible distinguir la reflectividad de la vegetación de su fluorescencia, que es mucho más débil.

La medición tiene una alta dificultad técnica, debido a la baja relación señal/ruido y la estructura física de la vegetación, pero se ha propuesto como un posible método de monitoreo del ciclo del carbono desde satélites a escala global.

Compuestos

El estado de oxidación del oxígeno es -2 en casi todos los compuestos conocidos del oxígeno.

Por su parte, el estado de oxidación -1 se encuentra en unos cuantos compuestos, como los peróxidos.

Los compuestos en otro estado de oxidación son muy poco comunes: −1/2 ( superóxidos ), −1/3 ( ozónidos ), 0 ( elemental, hipofluoroso ), +1/2 ( dioxigenil ), +1 ( difluoruro de dioxígeno ) y +2 ( difluoruro de oxígeno ).

Óxidos y otros compuestos inorgánicos

El agua (H 2 O) es el óxido de hidrógeno y es el compuesto de oxígeno más común.

Los átomos de hidrógeno están enlazados covalentemente al oxígeno en la molécula de agua, pero también tienen una atracción adicional (sobre 23.3 kJ·mol −1 por átomo de hidrógeno) con un átomo de oxígeno adyacente de una molécula diferente.

Estos enlaces de hidrógeno entre las moléculas de agua las mantienen aproximadamente un 15% más cerca de lo que sería esperable en un líquido simple solo con las fuerzas de Van der Waals.

Debido a su electronegatividad, el oxígeno forma enlaces químicos con casi todos los demás elementos a temperaturas elevadas para dar los óxidos correspondientes.

Sin embargo, algunos elementos forman óxidos directamente a condiciones normales de presión y temperatura, como el orín formado del hierro.

La superficie de metales como el aluminio y el titanio se oxidan en presencia del aire y se cubren con una fina capa de óxido que pasiva el metal y ralentiza la corrosión.

Algunos de los óxidos metálicos de transición se encuentran en la naturaleza como compuestos no estequiométricos, con ligeramente menos metal de lo que la fórmula química sugiere.

Por ejemplo, el FeO ( wustita ), que se forma de manera natural, se escribe en realidad como Fe x-1 O, donde la «x» está normalmente en torno a 0,05.

El oxígeno como compuesto está presente en la atmósfera en pequeñas cantidades en forma de dióxido de carbono (CO 2 ).

La roca de la corteza terrestre se compone de grandes partes de óxidos de silicio ( dióxido de silicio SiO 2, que se encuentra en el granito y la arena ), aluminio ( alúmina Al 2 O 3, en la bauxita y el corindón ), hierro ( óxido férrico Fe 2 O 3, en la hematita y el orín ) y calcio ( carbonato cálcico CaCO 3, en la caliza ).

El resto de la corteza terrestre se compone también de compuestos de oxígeno, en particular varios silicatos complejos.

En el manto terrestre, de una masa mucho mayor que la corteza, abundan los silicatos de hierro y magnesio.

Los silicatos solubles en agua con las formas Na 4 SiO 4, Na 2 SiO 3 y Na 2 Si 2 O 5 se utilizan como detergentes y adhesivos.

El oxígeno también actúa como ligazón para metales de transición, formando enlaces de O 2 metálico con el átomo de iridio en el complejo de Vaska, con el platino en el PtF 6 y con el centro de hierro en el grupo hemo de la hemoglobina.

Compuestos orgánicos y biomoléculas

Entre las clases más importantes de compuestos orgánicos que contienen oxígeno están los siguientes (donde «R» es un grupo orgánico): alcoholes (R-OH), éteres (R-O-R), cetonas (R-CO-R), aldehídos (R-CO-H), ácidos carboxílicos (R-COOH), Ésteres (R-COO-R), anhídridos de ácido (R-CO-O-CO-R) y amidas (R-C(O)-NR 2 ).

Hay muchos disolventes orgánicos importantes que contienen oxígeno, entre ellos: acetona, metanol, etanol, alcohol isopropílico, furano, tetrahidrofurano, éter etílico, dioxano, etanoato de etilo, dimetilformamida, dimetilsulfóxido, ácido acético y ácido fórmico.

La acetona (CH 3 (CO)CH 3 ) y el fenol (C 6 H 5 OH) se usan como materiales en la síntesis de muchas sustancias diferentes.

Otros compuestos orgánicos importantes que contienen oxígeno son: glicerol, formaldehído, glutaraldehído, ácido acético y acetamida.

Los epóxidos son éteres en los que el átomo de oxígeno forma parte de un anillo de tres átomos.

El oxígeno reacciona espontáneamente con muchos compuestos orgánicos a temperatura ambiente o inferior, en un proceso llamado autoxidación.

La mayor parte de los compuestos orgánicos que contienen oxígeno no se producen por la acción directa del O 2.

Los compuestos orgánicos importantes en la industria y el comercio producidos por oxidación directa de un precursor incluyen al óxido de etileno y el ácido peracético.

El elemento se encuentra en casi todas las biomoléculas importantes para (o generadas por) la vida.

Solo unas cuantas biomoléculas complejas comunes, como el escualeno y el caroteno, no contienen oxígeno.

De los compuestos orgánicos con relevancia biológica, los carbohidratos contienen la mayor proporción de oxígeno en su masa.

Todas las grasas, ácidos grasos, aminoácidos y proteínas contienen oxígeno (debido a la presencia de grupos carbonilos en esos ácidos y sus residuos de éster).

El oxígeno también está presente en grupos de fosfato (PO 4 -3 ) en las moléculas biológicamente importantes que transportan energía, ATP y ADP, en la columna vertebral y las purinas (excepto la adenina y las pirimidinas de ARN y ADN ) y en los huesos como fosfato cálcico e hidroxiapatita.

Seguridad y precauciones

Toxicidad

El O 2 gaseoso puede ser tóxico a presiones parciales elevadas, produciendo convulsiones y otros problemas de salud.

La toxicidad generalmente comienza a aparecer con presiones parciales de más de 50 k Pa o 2,5 veces la presión parcial del O 2 a nivel del mar (21 kPa; igual a alrededor del 50% de la composición del oxígeno a presión normal).

Esto no resulta un problema excepto para pacientes con ventilación mecánica, debido a que el gas administrado a través de las máscaras de oxígeno se compone típicamente de solo un 30%-50% de O 2 por volumen (sobre 30 kPa a presión normal), aunque estas cifras varían sensiblemente dependiendo del tipo de máscara.

Durante un tiempo, los bebés prematuros se colocaban en incubadoras que contenían aire rico en O 2, pero esta práctica cesó después de que algunos de estos niños perdieran la visión.

La respiración de O 2 puro en aplicaciones espaciales, como en algunos trajes aeroespaciales modernos o en naves pioneras como la Apolo, no causa daños debido a las bajas presiones totales utilizadas.

En el caso de los trajes, la presión parcial del O 2 en el gas respiratorio se encuentra, en general, sobre 30 kPa (1,4 veces lo normal) y la presión parcial resultante en la sangre arterial del astronauta solo está marginalmente por encima de lo normal al nivel del mar.

La toxicidad del oxígeno para los pulmones y el sistema nervioso central también puede darse en el buceo profundo y en el buceo profesional.

La respiración prolongada de una mezcla de aire con una presión parcial de O 2 mayor a 60 kPa puede llegar a producir una fibrosis pulmonar permanente.

La exposición a presiones parciales superiores a 160 kPa (~1,6 atmósferas) podría causar convulsiones, normalmente fatales para los buzos.

La toxicidad aguda puede producirse al respirar una mezcla de aire con más de un 21% de O 2 a 66 o más metros de profundidad; lo mismo puede ocurrir al respirar un 100% de O 2 a solo 6 metros.

Combustión y otros riesgos

Las fuentes de oxígeno que están altamente concentradas estimulan una rápida combustión.

Los riesgos de fuego y explosión se dan cuando los oxidantes concentrados y los combustibles se sitúan demasiado cerca entre sí; sin embargo, la ignición, ya sea por el calor o por una chispa, es necesaria para iniciar la combustión.

El oxígeno en sí mismo no es un combustible, sino un oxidante.

Los riesgos de la combustión también se aplican a compuestos de oxígeno de alto potencial oxidante, como los peróxidos, cloratos, nitratos, percloratos y dicromatos, porque pueden dar oxígeno al fuego.

El O 2 concentrado permite una combustión rápida y enérgica.

Las tuberías y los recipientes de acero usados para almacenar y trasmitir tanto el oxígeno líquido como el gaseoso actúan como combustible; por tanto, el diseño y la fabricación de los sistemas de O 2 requieren una atención especial para asegurar que las fuentes de ignición se minimizan.

El incedio que acabó con la vida de la tripulación del Apolo 1 en una prueba en la plataforma de lanzamiento se extendió tan rápidamente debido a que la cápsula estaba presurizada con O 2 puro, pero a una presión ligeramente mayor que la atmosférica, en lugar de una presión de 1/3 a la normal que debía usarse en la misión.

El oxígeno líquido se derrama si se le permite empaparse en materia orgánica como madera, productos petroquímicos y asfalto, lo que puede provocar que estos materiales detonen de forma impredecible en un impacto mecánico subsecuente.

Al igual que otros líquidos criogénicos, en contacto con el cuerpo humano puede causar congelamiento en piel y ojos.

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