Plantas medicinales a

Adansonia digitata

Adansonia digitata

Adansonia digitata, el Baobab o árbol del pan del mono, es el nombre de un árbol africano de la familia de las malváceas.

El nombre científico honra al sabio francés que describió por primera a éste árbol, Michel Adanson (1737-1806), de su apellido se deriva "adansonia", en tanto que la palabra digitata se inspira en la forma de "mano con dedos" de las hojas de este gigante africano.

Descripción

Las flores del baobab son hermafroditas, actinomorfas, blancas y en forma de mano (de ahí su nombre digitata, "con dedos").

Producen un fruto que parece un melón pequeño.

Los árboles llegan a crecer hasta 25 m de altura, pero el diámetro de su tronco puede superar los 40 m.

Es leñoso y su madera es blanda.

Se calcula que algunos tienen una edad de aproximadamente 4.000 años

Distribución

Es endémico en las áreas semiáridas al sur del Sahara, en África, donde se encuentra con mayor abundancia, pero debido a que puede habitar entre el nivel del mar y los 1.250 metros de altura, en clima cálido, se han reportado especímenes en el centro y en el este del continente.

En el Parque Nacional Kruger son más frecuentes en las regiones rocosas, como las montañas Lebombo o entre Punda Maria y Pafuri.

Importancia económica y cultural

Uso alimenticio

Su fruta es rica en fibra y es un excelente alimento, se produce pasta y se elabora con él una bebida refrescante.

Por su parte, los elefantes lo encuentran simplemente irresistible, no sólo para comerlos en cuanto están creciendo como plantas verdes, sino además para comer la suave madera de su tronco socavándolos con sus colmillos y trompa.

Con las hojas del baobab se puede hacer una sopa y tribus como los Dogones de la Falla de Bandiagará ( Malí ) y antes los Telem aprovechan su corteza para fabricar cuerdas.

Por último, el baobab puede almacenar hasta 120.000 l de agua, lo cual explica la importancia de este gigante en el entorno desértico de África.

La pulpa del fruto, harinosa y ácida, es comestible y se usa para hacer bebidas refrescantes, parecidas a limonadas.

Fabricación de papel y cordajes (corteza).

Las semillas negras y la cáscara gruesa de sus frutos, proporcionan aceite de mesa y sirven par fabricar esmalte.

Las hojas jóvenes se consumen como verduras.

A partir de la corteza se extrae el alcaloide Adansonina, en cual es un antídoto contra las flechas venenosas de las especies de Strophantus.

Los aborígenes usan mucho su corteza con fines medicinales (Bärtels, 2002).

Uso medicinal

Es febrífugo, sudorífico, aperitivo, astringente.

Los frutos dan una bebida usada para la fiebre, también se ha empleado para la disentería, puede ser un buen sustituto de la quinina, aunque su sabor es intensamente amargo.

El baobab en la literatura

Resulta inevitable que el baobab influya a la literatura africana, así que al menos debemos citar el libro de la escritora senegalesa Ken Bugul (pseudónimo de Mariétou Mbaye ), que escribió El baobab que enloqueció, nombre que despierta curiosidad debido a los hábitos sedentarios y a la adusta presencia del milenario árbol, que impresiona por su paciencia.

Pero no sólo influye a la literatura africana, también lo hace en la literatura española, como lo demuestra el libro El caudillo de las manos rojas de Gustavo Adolfo Bécquer, quien nos deleita con éste párrafo:

El sol lanza sus rayos perpendiculares sobre la tierra.

Los viajeros, fatigados de su trabajosa jornada, reposan a la orilla del río, a cuya fuente se aproximan.

Un baobab corpulento y magnífico les presta su sombra, capaz de cubrir a una tribu de guerreros.

En el capítulo V de El Principito, su autor, el francés Antoine de Saint-Exupéry, plasma un curioso diálogo, en el que el Principito se muestra preocupado por los daños que podría ocasionarle a su diminuto asteroide un baobab, por lo que recomienda con énfasis: « ¡Niños atención a los Baobabs! ».

He aquí la transcripción de un fragmento del capítulo:

—¿Es verdad que los corderos se comen los arbustos? —Sí, es cierto.

—¡Ah, que contento estoy! No comprendí por qué era tan importante para él que los corderos se comieran los arbustos.

Pero el Principito añadió: —Entonces se comen también los baobabs.

Le hice comprender al principito que los baobabs no son arbustos, sino árboles tan grandes como iglesias y que incluso si llevase consigo todo un rebaño de elefantes no serían suficientes para comerse un solo baobab.

El escritor Rene Ferriot define a estos árboles de la siguiente manera:

Los baobabs son árboles vagamente extraños, obscenos, llenos de una enfermedad de espesor, elefantitis fálica.

Tormentosos, fijados en sus gestos cortos, sus ramas de fuegos artificiales no iluminan nada más que el abismo de sus troncos cavernosos, donde la fibra se anuda sobre una sequedad terrible, una prodigiosa dureza que fabrica la savia con nada, con una gota de vapor sin existencia.

Los baobabs son en la sabana un pretexto, una presencia insólita en un paisaje austero.

La orden del baobab

Es el árbol emblemático de Madagascar porque en ese país se concentra el mayor número de especies de adansonias, pero es el baobab la más conocida internacionalmente.

Sudáfrica estableció la Orden del Baobab para premiar a sus ciudadanos excepcionales, entre las razones que justifican al Baobab para denominar a este importante reconocimiento, se expresa:

"La Orden del Baobab se otorga en tres clases:

Árbol ejemplar y singular

Debido a la edad que tienen algunos ejemplares, a su tamaño y forma, a su utilidad para el ecosistema y para los habitantes de las zonas en que crece y, desde luego, a su extraña belleza, el baobab es uno de los árboles más apreciados del continente africano y uno de los que lo identifican.

Es también motivo de muchas y variadas historias, por ejemplo se dice que existe uno tan grande que en su interior se aloja una estación de autobuses donde tranquilamente pueden esperar hasta 40 personas; a 500 km al norte de Johannesburgo, uno es utilizado como cantina, y en un fin de semana se registró la plusmarca de 50 personas en su interior.

Dice una de las leyendas autóctonas que en su interior crecen las alimañas, y que ahí se colocan los cuerpos de los delincuentes hasta que se conviertan en momias.

Los viajeros ingleses circularon la descripción de que el baobab era un “árbol al revés”, debido a que las ramas superiores, durante la estación de verano, se asemejan a raíces.

No obstante su popularidad, su nombre ocasiona equivocaciones, ya que suele llamársele “boabab” y no baobab (plural, "baobabes").

Taxonomía

Adansonia digitata fue descrita por Carlos Linneo y publicado en Systema Naturae, Editio Decima 2: 1144.

1759.

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