Plantas medicinales c

Cinchona ledgeriana

Cinchona ledgeriana

El quino, quinquina, quinina ( Cinchona ledgeriana ) es un árbol de la familia de las rubiáceas, originario de los bosques de Ecuador, Perú y Bolivia.

Características

El tronco alcanza en promedio 10 m de altura y 30 cm de diámetro.

Las hojas son ovaladas de 21 a 29 cm de largo y 12 a 13 cm de ancho, de color verde oscuro, con pecíolo de 3 a 7 cm de longitud; inflorescencia terminal, flores rojas con corola blanca o rosada y los lóbulos internamente amarillentos, agrupadas en panículas.

Los frutos en cápsula, angostos cilíndricos, de 3,5 a 4 cm de largo por 0,7 cm de ancho, con 3 a 4 semillas.

Uso

La corteza del quino contiene varios alcaloides, el principal de los cuales es la quinina, de propiedades medicinales ampliamente reconocidas; además quinidina, cinconina y cinconidina.

La corteza recopilada y molida se usa para tratar el paludismo y es denominada en la farmacia como Cinchonae cortex.

La medicina tradicional le atribuye también propiedades como antiséptico, preparada en infusión.

Las cortezas de otras especies del género Cinchona, como C.

calisaya y C.

officinalis, también contienen quinina y tienen similares aplicaciones.

Historia

Las propiedades medicinales de la corteza de los quinos eran conocidas por los indígenas.

En 1638 Francisca Enríquez, Condesa de Chinchón y esposa del Virrey del Perú, fue curada del paludismo con una preparación de esta corteza lo que comenzó a extender su uso.

Fue conocida por los europeos como "cascarilla de la condesa" o como "casacarilla de los jesuitas" por haber sido difundida por esa comunidad religiosa y más tarde en el resto del mundo como "cascarilla del Peru".

En 1753 Linneo describió por primera vez una especie de este género ( C.

officinalis ).

El nombre científico cinchona se refiere directamente a la Condesa, pues Linneo transcribió el sonido español 'chi' a la manera italiana: 'ci', lo cual era frecuente en la época.

La expedicón de los botánicos Ruiz y Pavón que llegó al Perú en 1778 por orden de Carlos III de España enfatizó la recolección de plantas medicinales y entre ellas los quinos.

Durante el s.

XIX la destrucción de árboles para la recolección de corteza de quino adquiró caracteres desenfrenados causando daños ecológicos y escasez del preciado medicamento.

En 1852 los holandeses llevaron semillas de quino a Java y establecieron plantaciones de alta productividad y lograron obtener cortezas con mayor concentración de quinina.

La actual Indonesia se convirtió en el mayor productor de quina del mundo.

Los británicos establecieron también plantaciones, en la India y Ceilán.

Durante la fase final de la construcción del Canal de Panamá un pequeño grupo de médicos tradicionales indígenas Kallawaya viajó desde Bolivia a atender a los trabajadores, muchos de los cuales estaban afectados por el paludismo y entre los medicamentos naturales que ponían a disposición de sus pacientes.

Entre tanto, la agroindustria y la industria farmacéutica alrededor de la quina alcanzaron dimensiones considerables en el mundo.

Al comenzar la II Guerra Mundial la producción de quina se convirtió en objetivo militar.

Los japoneses se apoderaron de Indonesia, por lo que los aliados decidieron fomentar las plantaciones en Suramérica, en Puerto Rico y en lugares donde se convirtieron en problemas ecológicos, como las islas Galápagos.

Las bonanzas de la quina terminaron cuando el desarrollo de medicamentos sintéticos sustituyó el uso masivo de la quina en el tratamiento del paludismo, a pesar de lo cual en varios lugares sigue siendo tratamiento de elección o en algunos casos, el único disponible.

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