Santos católicos

Felices de Bilibio

San Felices de Bilibio, también llamado Félix (c.

443 - 540 ), fue un anacoreta de Bilibio, hoy municipio de Haro ( La Rioja, España ).

De él se dice que fue un " varón santísimo ".

Su vida

Se cree que nació alrededor del año 443, viviendo durante años como anacoreta en los Riscos de Bilibio próximos a Haro.

A él acudió el año 493 San Millán, para quien haría de maestro durante tres años, antes de que éste se dirigiese a los montes Cogollanos.

Falleció en el año 520, siendo enterrado en el monte de Bilibio, donde permanecerían sus restos hasta que fueran trasladados en 1090 al Monasterio de San Millán de Yuso por el abad Blas y doce monjes, con los permisos de Alfonso VI y Lope Díaz de Haro.

Sus reliquias

En 1052 García Sánchez consagró el Monasterio de Santa María la Real de Nájera que el mismo había mandado construir.

Tras esto quiso enriquecerlo trayendo los cuerpos de Santos de la comarca, pidiendo su aprobación a los obispos Sancho de Pamplona, García de Álava y Gómez de Burgos.

Ese mismo año intentó trasladar el cuerpo de Felices, llegando a tal acuerdo con el obispo de Álava.

Éste se dirigió a los Riscos de Bilibio acompañado de muchos caballeros pero cuando abrió la sepultura, sintió separarse del túmulo y se le torció la boca, tras lo que dio inicio una fuerte tormenta.

Al parecer que el cielo se oponía al traslado se marcharon, pero parece que el obispo conservaría la deformación de su cara de por vida.

Cuenta Grimaldo que poco después de la conquista de Toledo ( 1085, realizada por el rey Alfonso VI de Castilla ), el abad Blas del Monasterio de San Millán, habiendo leído en la vida de san Millán que su maestro san Felices había fallecido en el Castillo de Bilibio y que se encontraba allí sepultado en un terreno tan escabroso que no se le daba el culto que se merecía por su gran santidad, se decidió a trasladar las reliquias a su monasterio.

No se sabe bien porqué, pasaron unos años hasta que continuó su iniciativa, solicitando permiso al señor del Castillo de Bilibio, Lope Íñiguez.

Éste les indicó que el permiso deberían solicitarlo al rey Alfonso VI, a quien pertenecía el castillo.

Al preguntarle a este contestó:

Paréceme padre Abad negocio grave y dificultoso inquietar ni mover el cuerpo de un Santo; pero porque no parezca que soy contrario a tan justos deseos id con la bendición de Dios y si os place trasladad el Cuerpo de San Felices como lo deseáis y si en esto sucediese algún mal suceso o infortunio no se me cargue a mi la culpa que desde aquí me desligo a esta traslación.

Poco después el abad junto con doce monjes se dirigieron hacia Bilibio.

Así el 6 de noviembre de 1090 la guardia del castillo, previo permiso de Lope, les abrió las puertas y por la dura pendiente subieron hasta un gran llano sobre la cumbre donde dijeron una misa.

Después se dirigieron a la sepultura de Felices, que se encontraba en la punta de una peña, a la parte del oriente, delante del altar de la ermita fundada en aquel lugar en una cuevecilla hecha a pico de cantero con algunas labores de cantería para adorno.

Rota la bóveda de ésta, encontraron un ataúd de madera que contenía el cuerpo.

Al descubrirse el túmulo indica que salió una exquisita fragancia (Hergueta indica que el olor podría deberse a que antiguamente junto a los cuerpos se enterraban vasijas con aromas).

Envolvieron las reliquias en paños muy limpios y las llevaron con éxito al Monasterio de San Millán de Suso.

El traslado debió aumentar la fe en este Santo, puesto que varios son los milagros documentados ocurridos a personas que se dirigieron a él en rogativa.

Arca de las reliquias

Sandoval describió el arca donde se albergaban las reliquias de Felices en San Millán como

Un arca de plata, de largo vara y cuarta y de alto siete ochavas, con seis figuras de plata sobredoradas en cada parte y cuatro cuadros de figuras de marfil en las que aparece el Salvador con sus Apóstoles, La Última Cena, La entrada de Egipto y dos mesas con sus ánforas.

En la otra parte del arca hay ocho figuras de plata sobredorada, de una gema de largo cada una, en las que aparecen los apóstoles cada uno en su tabernáculo.

Está rodeada de piedras de cristal grandes y buenas y otras pardas y diferentes.

En el frontispicio aparecen dieciséis figuras de marfil.

Una es de un monje revestido poniendo la mano en los ojos a un niño pequeño y el resto son de personas de pie con libros en las manos y todos tienen diademas.

En medio del frontispicio hay un pequeño escudo de cuatro pequeñas bandas de plata rayadas y otras cuatro esmaltadas de morado jaspeado.

Sobre el escudo hay tres piedras de cristal y una parda.

Una de las de cristal es mayor que un huevo y en su interior se lee " Petrus abbas fecit anno 1451 " (Muy probablemente el año en el que se fabricó).

En el otro frontisficio hay otro cuadro con quince figuras de marfil.

En medio hay un escudo esmaltado en campo azul, con una mano con mango de cogulla dorada cogiendo una espada desnuda y sobre ella una Cruz con bandera que son las armas de San Millán.

Encima del escudo hay un campo triangulado con una piedra central de cristal, del tamaño de una camuesa, alredededor de ella tres cruces, cada una de cinco piedras coloradas, verdes y pardas.

Tiene otras muchas piedras y labores y un letrero ilegible.

Milagros

Lista de milagros:

  1. Un mozo enfermo y contrahecho llamado Julián, natural de Certices, el día de San Martín, víspera de San Millán, sufrió un ataque de nervios tan grande que quedó privado del sentido y formado un círculo con su cuerpo por tener los pies pegados a la cabeza.

    En este estado, medio muerto, lo llevó su padre al día siguiente al Monasterio de San Millán y estando echado junto al altar de San Félix después de implorar su protección el padre se le halló repentinamente sano y ágil.
  2. A un monje y sacristán del convento de San Millán llamado Juan que se encomendó a San Félix le curó enseguida unas cuartanas (variedad del paludismo ) que le habían durado quince meses.
  3. A otro monje del mismo convento llamado García que imploró la protección del Santo delante del altar donde estaban sus reliquias, le sanó igualmente de un desfallecimiento general cuando tenía perdidas las esperanzas de recobrar la salud.
  4. Cinco días después de la Natividad del señor, el mismo año de la Traslación, a una mujer ciega llamada Oria del lugar de Baños, llevó su marido delante del altar de San Félix movido de la fama que por aquellos contornos divulgaba los frecuentes milagros y maravillas insignes que obraba Dios con todos los enfermos por su intercesión, y a los tres días de continuada oración le fue restituido el sentido de la vista.
  5. A una moza de Puras llamada Andrea que tenía una mano completamente seca, un Jueves Santo la restituyó el uso de este miembro.
  6. Otra ciega llamada Toda, de edad avanzada, natural de la villa de Pedroso, que hacía siete años se encontraba totalmente sin vista, le fue devuelta al día siguiente de San Torcuato con solo restregarse los ojos con la toalla del altar del Santo.
  7. El mismo día de la traslación del cuerpo de San Félix, con solo aplicar el abad don Blas una costilla del Santo antes de cerrase la urna, a un monje de San Millán llamado García se le quitó un dolor agudo que le había vuelto inútil el brazo.
  1. Un hombre desconocido, llegando al Convento de San Millán, en ocasión de celebrarse la traslación de San Felices curó completamente de los pies, que los tenía monstruosamente deformes.
  2. Antiguamente en la Pascua del Espíritu Santo se llevaban las urnas en que estaban los Santos cuerpos de Millán y Felices del nuevo al antiguo Monasterio de San Millán y al volverlos al tercer día al nuevo Monasterio, salía la mitad de los monjes con el abad al encuentro con la imagen de Nuestra Señora de las Batallas que al hacer genuflexiones a esta imagen los que llevaban las urnas a la primera se apagaban las velas de las andas de la Virgen y se volvían a encender ellas solas a la tercera.
  1. Un soldado endemoniado quedó libre de espíritu maligno por la intercesión de San Félix y San Millán.
  2. A una mujer llamada María se le aparecieron San Félix y San Millán vestidos de ropas blancas para comunicarla que había en el sepulcro de San Millán una cinta que el Santo hizo arrojar por la boca a un energúmeno.

Patronazgo

Monumentos en Haro

No sería hasta el 21 de junio de 1964 cuando, faltando cuatro días para el 330 aniversario de la proclamación como patrono de Haro, se continuase y terminase la obra, con ayuda de muchos jarreros que colaboraron para subir las diferentes partes hasta el alto.

Muestra a San Felices con un libro abierto entre sus manos.

Cofradía de Haro

Culto

Poblaciones que incorporan su nombre

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