Santos católicos

Vicente de Huesca

Vicente de Huesca

Vicente de Huesca, conocido también como San Vicente Mártir, ( Huesca – Valencia, c.

304 ) fue un clérigo español, diácono de san Valero de Zaragoza.

Fue capturado y torturado bajo Diocleciano, por lo que la Iglesia lo venera como mártir.

Según la tradición, Vicente fue encargado de la predicación de la fe, a causa de un impedimento del habla que afectaba al obispo Valero.

La persecución en Hispania

Se originó una sangrienta persecución contra los cristianos, decretada por los emperadores Diocleciano y Maximiano.

En marzo de 303 se publica el primer edicto imperial en este sentido, que llevó a cabo el prefecto Daciano, quien vino de Roma y permaneció en la Península dos años, ensañándose con fanatismo y crueldad en la población cristiana.

Daciano llegó a Hispania por Gerona, donde encargó el cumplimiento de los decretos imperiales al juez Rufino, pasando él a Barcelona y después a Zaragoza.

Valero y Vicente fueron prendidos en el año 303 por orden del gobernador Daciano, y trasladados a Valencia.

Valero fue condenado al destierro y Vicente sufrió el martirio, muriendo finalmente en fecha imprecisa —la tradición le asigna el 22 de enero — en el año 304 ó 305.

De acuerdo a la leyenda, convirtió antes de morir a su verdugo.

Desde el lugar de su primera sepultura, el cuerpo de Vicente fue trasladado, en el mismo siglo de su martirio, a una basílica existente fuera de los muros de la ciudad, junto a un arrabal cristiano, conocida como San Vicent de la Roqueta, que mantuvo el culto durante toda la época islámica, estando documentadas distintos propietarios cristianos, como el Monasterio de San Juan de la Peña, reyes o Poblet.

Siendo el culto que se realizaba en época de la dominación musulmana una de las pruebas más precisas de la existencia de una abundante población mozárabe cristiana.

La reliquia del brazo de Vicente

Uno llegó el 16 de octubre de 1970 a la Catedral de Valencia, regalado por una familia de Padua.

Según estudios forenses, pertenece a un hombre joven, presenta quemaduras en la piel y se remonta al siglo IV.

Se conserva en una capilla de la Catedral de Valencia ; salió en procesión el jueves, 22 de enero de 2004, al igual que cuando se inauguró el año santo.

Esta imagen se repetirá de nuevo dentro de cien años.

El otro está en la Catedral de Braga.

Iconografía y culto

Suele aparecer en pintura con las vestimentas de su rango, acompañado por un cuervo o sosteniendo una muela de molino.

Estos símbolos hacen referencia a su largo y penoso martirio.

Es patrono de Lisboa, de la localidad de Ardanaz de Egüés, Sigüenza, Corbera, Lucena del Puerto, Guadassuar, de Laujar de Andarax, Molina de Segura, San Vicente del Monte, San Vicente de la Barquera, de San Vicente de Alcántara ( Badajoz ), de Zalamea la Real, de la ciudad italiana de Vicenza, de Los Realejos (Tenerife), donde además posee el privilegio de ser la única imagen del santo Mártir de todo el archipiélago canario siendo festivo cada 22 de enero desde 1609 por voto del antiguo ayuntamiento del Realejo de Abajo tras finalizar la peste de Landres donde acude el ayuntamiento, siendo esta una de las procesiones cívico-religiosas más antiguas de Canarias en agradecimiento al copatrón San Vicente Mártir, de los vinateros y los fabricantes de vinagre.

Su fiesta se celebra el 22 de enero.

En la ciudad de Valencia, además de ser su patrón, San Vicente Mártir es también patrón del Gremio de Sastres y Modistas.

Las fiestas patronales de Valencia se celebran el 22 de enero.

San Vicente es el patrón del Orden de los Diáconos de la Diócesis de Bérgamo (Italia)

También es Santo Patrono de San Vicente Tancuayalab, San Luis Potosí, México.

Martirio de Vicente de Zaragoza

Primero Vicente fue colocado en una cruz en aspa y después en la catasta, donde le rompieron los huesos, le azotaron, y le abrieron las carnes con uñas de garfios de acero.

Pero, no pudiendo minar su resistencia, mandó entonces Daciano que fuese desollado y colocado en una parrilla en ascuas.

Fue arrojado más tarde a una mazmorra, falleciendo después y siendo tirado a un basurero, donde fue defendido por una gran águila ramada.

Su cuerpo aún se arrojó al río Turia en un pellejo con una piedra de molino, pero fue devuelto a la orilla, recibiendo sepultura a las afueras de Valencia, trasladándose más tarde a Lisboa, en cuya catedral reposan sus restos.

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