Anna María Gallo - (06 de octubre de 1715 - 1791 ) - Primera Santa Napolitana - En religión Maria Francisca de las Cinco Llagas.
Anna Maria Gallo nació en Nápoles en una casa modesta de comerciantes de mercería.Hizo su primera Comunión a la edad de 7 años.
Su familia vivía en el Barrio Español llamado así porque las tropas españoleas eran hospedadas ahí.Estaba cerca del Palacio Real, un barrio de casas bajas y de calles estrechas, con una reputación de mala fama.
Al final de la ocupación española, a esas casas se les fueron agregando varios pisos, para albergar a todas las personas que no tenían el derecho de construir fuera de los muros de la ciudad.Esto trajo una afluencia de población que se acomodaban en las casas llenas de promiscuidad, con riesgos de incendios y de violencia.Pero esta insalubridad favorecía también a las vocaciones religiosas, y el favor de la caridad, materializado por los conventos de las órdenes religiosas que ahí vivían.
La pequeña Anna Maria mostraría desde su más joven y tierna edad un gran fervor religioso.Frecuentaba la Iglesia de Santa Lucía de la Cruz y era llamada « la santarella » (la pequeña santa).
A la edad de 16 años, su padre qusi que se casara con un hombre rico quien había pedido su mano, pero ella lo rechaza aún con la violencia paterna, prefiriendo entrar en la orden reformada de San Pedro de Alcántara y toma como nombre de religión María Francisca de las Cinco Llagas.
Anna María, bajo la dirección espiritual del Padre Giovanni Pessiri se fue a vivir en compañía de algunas hermanas terciarias, en una casa particular, desde la cual partían para llevar auxilio y asistencia a los pobres en nombre del Evangelio, donde permaneció hasta su muerte.
Durante su vida, Anna Maria Gallo tenía el don de la profecía.
Después de su muerte numerosos prodigios e intercesiones le fueron atribuidos: Durante la Segunda Guerra Mundial, la ciudad de Nápoles fue duramente bombardeada.El barrio donde vivía la santa fue milagrosamente preservado así como el pequeño pueblo que vivía ahí.
Durante sus funerales, la gente rodeaba su féretro para hacerse de algunas reliquias, obligando a la Guardia Real a intervenir.
En la capilla donde descansan sus restos, existe una silla donde las mujeres deseosas de tener un hijo vienen a sentarse.