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Daniel (profeta)

Daniel (profeta)

Daniel ( hebreo דָּנִיּאֵל ; árabe : دانيال ) es el profeta, autor y protagonista principal del Libro de Daniel, que se halla incluido tanto en el Tanaj como en la Biblia.

En el libro de Ezequiel se nombra a cierto Daniel como una persona de excepcional sabiduría y rectitud (Ez.

14: 14, 20 y 28: 3).

También aparecen mencionados otros dos personajes con el mismo nombre, a saber: Daniel, hijo de David (1 Cr 3:1 y 2 Sam 3:3) y Daniel hijo de Itamar, de familia sacerdotal, uno de los exiliados que retornaron con Esdras en 458 a.C.

(Esd 8:2).

Significado del nombre

El nombre consta de dos partes: el primer segmento proviene del verbo דין (din) 'juzgar', 'contender' o 'alegar y la porción final es אל (El), abreviatura de ' Elohim '; 'Dios', 'divinidad'.

La partícula י (i) ha sido interpretada tanto como un hiriq, denotando pertenencia, o como un yod posesivo de primera persona (como en el hebreo moderno).

Por lo tanto Daniel suele traducirse como 'Dios es mi Juez' o 'Juicio de Dios'.

La Enciclopedia Judaica lo interpreta, a la luz de Gén 30,6, como 'Dios es el defensor de mi derecho'.

En el judaísmo Daniel es considerado el autor del libro homónimo, el cual es parte de los Ketuvim, pero no un profeta.

Los cristianos, en cambio, lo incluyen entre los Profetas Mayores.

En las Iglesias Católica y Ortodoxa también es venerado como santo.

En la tradición islámica, aunque no sea mencionado por el Corán, se le considera igualmente un profeta.

Vida de Daniel

Las únicas referencias a Daniel se encuentran en el libro bíblico que lleva su nombre las cuales pueden complementarse con los datos suministrados por Flavio Josefo cuya fuente última se ignora.

Según estas tradiciones; Daniel pertenecía a una familia noble del Reino de Judá, tal vez emparentada con la realeza.

La casta Susana

En su juventud, según se infiere de las secciones deuterocanónicas de su libro tendría unos catorce años, fue conducido cautivo a Babilonia, luego de la caída de Jerusalén en 587 a.

C.

.

Siendo todavía un adolescente tuvo una intervención decisiva en el proceso contra Susana.

Esta mujer, joven y bella, había sido acusada injustamente de adulterio por dos de los ancianos de la comunidad de los desterrados ; Daniel no solo defendió su inocencia sino que probó, por medio de un hábil interrogatorio, que los propios denunciantes eran quienes habían acosado a la mujer, calumniándola al no haber cedido a sus deseos.

Formación

Nabucodonosor II, según el relato bíblico, ordenó escoger un grupo de jóvenes hebreos para ocupar puestos en la corte.

Los elegidos fueron Daniel y tres jóvenes de su misma tribu: Hananías, Misael y Azarías quienes fueron confiados al cuidado de Aspenaz, jefe de los eunucos.

Los jóvenes fueron introducidos en la cultura mesopotámica, aprendiendo su lengua, su escritura y su tradición literaria motivo por el cual recibieron nombres en lengua acadia tardía, el texto bíblico los transcribe como Beltsasar o Baltasar (Balâtsu-usur, 'Bel protege al rey'), para Daniel, y Sadrac, Mesac y Abednego, para los otros tres jóvenes respectivamente.

Fueron alojados en el palacio real, hoy identificado con la zona arqueológica de Kasr, en la margen occidental del Eúfrates.

La tradición judía sostiene que estos jóvenes fueron convertidos en eunucos.

Daniel y sus compañeros, no obstante residir en la corte, mantuvieron sus prácticas kosher de alimentación revelándose, siempre según el relato de su libro, que este régimen los hacía más saludables que los demás jóvenes que vivían en el palacio.

Después de una formación de tres años, Daniel y sus tres compañeros, fueron presentados ante Nabucodonosor quien, dice el texto: "los halló diez veces mejores que todos los magos y astrólogos que había en su reino".

En la corte de Babilonia

En el segundo año del reinado de Nabucodonosor, el monarca tuvo un sueño que lo dejó profundamente angustiado, por lo que convocó a sus astrólogos y expertos en artes adivinatorias, y les exigió lo interpretasen.

Mas, para asegurarse de que no lo engañaran en el momento de interpretar su sueño, los puso a prueba explicándoles que existía una gran dificultad: les dijo que había olvidado su propio sueño.

Agustiante o no, lo cierto es que un sueño que ha sido olvidado difícilmente puede ser interpretado.

Ante la falta de respuesta satisfactoria de parte de sus sabios, el rey se irritó y ordenó que los ejecutasen.

Daniel, que no había estado presente en ese episodio, fue también arrestado pero, al enterarse acerca de lo ocurrido, habló con Arioc, jefe de la guardia, y solicitó un plazo para poder responderle al soberano.

La petición le fue concedida.

Entre tanto, Daniel y sus compañeros oraron a Yahveh pidiendo les revelase el misterio.

Esa noche, en una visión, le fue revelado a Daniel el sueño del monarca y, al día siguiente, el profeta se presentó en la corte proporcionando subsecuentemente el relato del sueño de Nabucodonosor así como también su correspondiente interpretación.

Este hecho marcó el reconocimiento de Daniel, quien fue subsecuentemente nombrado gobernador de la provincia de Babilonia y jefe de sabios y expertos.

Del mismo modo, los tres jóvenes judíos recibieron importantes cargos en la administración imperial.

Daniel permaneció en la corte real durante todo el reinado de Nabucodonosor y continuó ligado a ella cuando Belsasar le sucedió en el trono.

El libro de Daniel omite la existencia de Evilmerodac, Neriglisar, Labashi-Marduk y Nabonido, considerando a Belsasar haber sido hijo de Nabucodonosor.

Algunos autores postulan que el término hijo no se utiliza literalmente, sino con el sentido de descendiente.

En esos años los relatos mencionan el episodio del ídolo de oro, en el cual los tres jóvenes fueron arrojados a un horno ardiente, y otro que, presentado como un testimonio del propio rey, narra la transformación de Nabucodonosor en bestia.

El banquete de Belsasar

El siguiente episodio de la vida de Daniel registrado en el libro de su nombre es el banquete de Belsasar.

En esa ocasión el soberano corregente de Babilonia —ya que el monarca primero era su padre Nabónido — celebraba un festín en compañía de sus nobles cuando tuvo la ocurrencia de beber en los vasos sagrados substraídos del Templo de Jerusalén.

De inmediato una misteriosa escritura apareció en la pared, trazada por una mano espectral, la cual ninguno de los sabios fue capaz de interpretar.

Llamado Daniel, por sugerencia de la reina quien recordaba su desempeño de otrora, éste censuró al rey y, sin aceptar sus promesas de obsequios, descifró la escritura.

El texto anunciaba, en arameo, la caída de Babilonia en manos de los persas.

Belsasar cumplió lo prometido y nombró a Daniel tercer señor del reino, pero esa misma noche la ciudad fue tomada y el rey, muerto.

En el foso de los leones

A tenor de lo narrado por el libro de Daniel, el conquistador de Babilonia y sucesor de Belsasar, fue Darío, el medo, personaje desconocido por la historia.

Bajo el reinado de este soberano tiene lugar un complot de los sátrapas contra Daniel que derivó en su encierro en el pozo de los leones; esta intriga se valió de la fidelidad a Dios del protagonista, pues un edicto caprichoso sugerido al rey por aquellos prohibía cualquier petición, fuera a un dios o a un hombre excepto el soberano, durante 30 días (Daniel 6:1-9).

Cuando Daniel supo que el edicto habia sido firmado, entró a su casa y oró tres veces al día, como lo solia hacer anteriormente; entonces dichos hombres lo hallaron orando a Dios, pot lo que acusado de violar el edicto real del rey y fue por ello arrojado al foso de los leones (Daniel 6:10-16).

En el foso de los leones, el profeta no sufrió daño alguno.

A la mañana siguiente, cuando Darío comprobó el portento, ordenó liberar a Daniel y echar al foso a sus acusadores, quienes perecieron inmediatamente al ser brutalmente devorados por las bestias (Daniel 6:19-28).

En esas mismas secciones se menciona la sucesión de Astiages, la entronización de Ciro II el Grande y el episodio por el cual Daniel revela el fraude de los sacerdotes de Bel que habían convencido al rey de que el dios comía las ofrendas, siendo que eran ellos quienes lo hacían.

El profeta

Durante gran parte de su vida, cuenta el libro homónimo, Daniel recibió diversas visiones apocalípticas que anunciaban, por medio de símbolos y claves numéricas, la instauración del Reino de Dios sobre la tierra.

Muerte de Daniel

Acerca de la muerte de Daniel no existen testimonios bíblicos y las tradiciones posteriores no aclaran si regresó al territorio de Judea o permaneció en Mesopotamia, pero esto último parece lo más seguro.

Dado que aún vivía durante el reinado de Ciro, en Babilionia a partir de 539 a.E.C.

, es posible que alcanzara una edad centenaria.

Su muerte se sitúa, entonces, entre el tercer año del reinado del mencionado soberano persa, es decir entre 536 y 530 a.E.C.

, cuando muere Ciro (pues ya no se menciona su presencia en tiempos de Cambises ).

Es muy probable que tuviera lugar en Babilonia pero, dado que su tumba se veneraba en Susa, algunos autores se inclinan por esta última ciudad.

Tumba de Daniel

Existen al menos seis lugares diferentes que pretenden poseer la tumba de Daniel, a saber:

  1. Babilonia, en el actual Irak.

    Este emplazamiento se basa en el Martyrologium Romanum que dedica el día 21 de julio para conmemorarlo y declara que fue enterrado en aquella ciudad, en una cripta real.
  2. Susa ‌, Irán.

    Según una antigua tradición local, compartida por judíos y musulmanes, el profeta fue enterrado en esa ciudad.

    Testimonios de escritores árabes, sirios y persas desde el siglo VII relatan la historia de ese sepulcro; Benjamín de Tudela (1160) narra en sus escritos como era reclamado por los moradores de ambas riberas del río Coaspes (hoy Karkheh, el Ulai de la Biblia) hasta que el shah Shanjar (quizás Sharvaraz ) ordenó colocar el féretro en el centro de un puente que lo cruzaba.

    En la actualidad el lugar de la misma es un popular santuario.

    El mausoleo data de la segunda mitad del siglo XIX, caracterizado por su torre cónica de yeso blanco que corona la obra y los dos pequeños minaretes.

    Este tipo de torres es típico del suroeste de Irán y de las zonas vecinas de Irak.

  3. Kirkuk, Kurdistán iraquí.

    En la ciudadela de Kirkuk se encuentra también una tumba atribuida a Daniel.

    El sitio fue originalmente un edificio religioso judío, más tarde una iglesia cristiana y por último una mezquita musulmana.

    En la misma, actualmente, se encuentran cuatro tumbas que, se dice, pertenecen a Daniel y los cuatro jóvenes.

  4. Samarcanda, Uzbekistán.

    En las afueras de Samarcanda existe otra tumba de Daniel.

    Según una leyenda local, Tamerlán, intentaba conquistar Siria o, según otras versiones La Meca, sin éxito hasta que uno de sus consejeros le aseguró que sus derrotas se debían a la presencia, en ese territorio, de la tumba del profeta.

    En una acción militar, el conquistador logró apoderarse del cuerpo, al cual hizo trasladar hasta sus dominios del Asia Central.

    De esta tumba mana una fuente de agua a la que se atribuyen propiedades curativas.

  5. Muqdadiyah, Irak.

    En el año 2007, después de un bombardeo en el pueblo de Al Wajihiya, cerca de Muqdadiyah algunas fuentes mencionaron la presencia de la tumba de Daniel como un objetivo de los grupos insurgentes locales.

    La tumba, situada en el Gobierno de Diyala, fue atacada y dañada, incluyendo su domo de color verde.

  6. Mala Amir, Kurdistán iraní.La Enciclopedia Judía señala otra tumba de Daniel a cinco días de marcha de Dizful, cerca de Mala Amir.

Profecías y visiones

Para más información sobre este tema véase: Libro de Daniel

Según el libro de Daniel, este profeta recibió dos visiones durante el primer y el tercer año de Belsasar.

En ellas diferentes animales fantásticos aparecieron ante su vista para representar la sucesión de reinos posteriores al Imperio Babilónico hasta un tiempo indeterminado cuando serían destruidos y alguien como un hijo del hombre que representa probablemente a "los santos del Altísimo", es decir el resto del pueblo judío, asumiría el poder en un mundo renovado.

Quizás la más célebre profecía atribuida a Daniel sea la de las Setenta Semanas.

La narración bíblica dice que en el primer año del mencionado rey Darío, Daniel constató en los escritos de Jeremías que se aproximaba el fin de los setenta años de desolación de Jerusalén.

Recibió entonces, según el hagiógrafo, una revelación transmitida por medio de Gabriel donde se anunciaba la reconstrucción de la ciudad, la muerte de un Ungido ( Mesías ) y el cumplimiento de todas las profecías.

La predicción fijaba los plazos para estos eventos por medio de semanas que, según todos los comentaristas, corresponden a períodos de siete años.

Más tarde, siempre a tenor del libro bíblico, cuando corría el tercer año de Ciro ( 536 ), Daniel recibió nuevas visiones apocalípticas donde se le muestra a los ángeles protectores de Persia, Javán (Grecia) e Israel contendiendo en favor de sus respectivas naciones.

También se le anuncian invasiones y guerras en la tierra de Israel, protagonizadas por personajes enigmáticos designados como el rey del norte y el rey del sur, posiblemente algunos de los soberanos helenísticos.

Daniel como personaje histórico

Existe una referencia sobre Daniel en el libro de Ezequiel (capítulo 14:14); en la misma se lo considera como un modelo de sabio, esto ha llevado a considerar que el pasaje se refiere a Danel, un mítico héroe cananeo y fenicio.

Los defensores de la historicidad del personaje sostienen que, puesto que en dicha referencia se le considera justo, es improbable que Ezquiel elogiara a Danel, un adorador de dioses paganos.

La tendencia entre los comentaristas bíblicos que utilizan el método de análisis literario es, por contrario, que el libro de Daniel sería un relato popular destinado a subrayar algunos temas importantes para la nación judía en años previos a la persecución de Antíoco Epífanes.

El lenguaje del libro y la minuciosidad de las descripciones de Antíoco tienden a sugerir esta noción.

Conmemoración litúrgica

La Iglesia Ortodoxa Oriental celebra la fiesta de San Daniel, el Profeta junto con la de Los Tres Jóvenes el Domingo de los Santos Patriarcas que suele caer entre el 11 y el 17 de diciembre, es decir el último domingo antes de la Navidad.

La profecía del capítulo 2 de su libro (Dn.

2:34-35), sobre la piedra que destruyó al ídolo de los pies de barro, suele ser usada en la himnología como una metáfora de la Encarnación.

Así la "piedra" es Cristo y el que haya sido "no cortada por mano humana" se refiere al nacimiento virginal, siendo la Virgen María, o la Theotokos, la "montaña no cortada".

En la Iglesia Católica, su onomástico se celebra el 21 de julio.

También es conmemorado en el Calendario de los Santos de la Iglesia Luterana de Missouri junto con los Tres Jóvenes el 17 de diciembre, concidiendo con la celebración ortodoxa.

La Iglesia Copta, por su parte, lo celebra el 23 de Baramhat, equivalente al 3 de abril.

En la literatura rabínica

Según la tradición rabínica, Daniel pertenecía a la realeza; su destino fue profetizado por el propio Isaías cuando le dijo al rey Ezequías : "y tus hijos, que tú has engendrado, serán eunucos en el palacio del rey de Babilonia" También se alaba a Daniel con estas palabras: "Si estuviera en un platillo de la balanza y todos los sabios de los gentiles en el otro; él sería más pesado que todos ellos".

Se dice que Nabucodonosor lo admiraba mucho, a pesar de que se hubiese negado a rendirle honores divinos y que cuando el joven le reveló el sueño que había olvidado no tuvo ninguna duda de que su interpretación del mismo era correcta.

Daniel en el Islam

Los musulmanes consideran a Daniel como un profeta, a pesar de no ser mencionado en el Corán.

Las tradiciones islámicas dicen que predicó en el Iraq durante los reinados de los reyes persas Lahorasp y Ciro, a los cuales enseñó la unicidad de Dios y exhortó al pueblo a retornar a su culto.

El historiador Al Tabari cuenta que Daniel resucitó con sus plegarias a una multitud de personas muertas mil años atrás, un episodio que historiza la parábola de Ezequiel 37 1 10.

Ciro lo había hecho cargo de la enseñanza de la verdadera religión, cuando Daniel le pidió permiso para reconstruir el Templo y retornar a Palestina, el rey accedió al primer pedido pero rehusó dejarlo ir alegando que “si tuviera mil profetas como tú, quisiera que todos se quedasen conmigo”.

En otras tradiciones, sin embargo, se considera al profeta como rey de Israel tras el retorno de la Cautividad de Babilonia.Se atribuye también a Daniel la invención de la geomancia ("'ilm al-raml") y la autoría del libro "Usul al-Ta'bir" (Principios de la Interpretación de los Sueños).

Al Masudi dice que en realidad hubo dos Daniel.

El Antiguo, quien vivió entre la época de Noé y la de Abraham ; autor de las mencionadas ciencias y Daniel, el Joven, tío materno de Ciro autor del "Kitab al-Jafar" (Libro de la Adivinación) y de numerosas predicciones sobre los reyes de Persia.

Daniel en la tradición occidental

Daniel ha sido una figura muy importante en la tradición cristiana en razón de mencionada Profecía de las Semanas que anunciaría, según algunos teólogos, con exactitud el nacimiento y la muerte de Jesucristo.

Del mismo modo sus predicciones sobre guerras apocalípticas y la sucesión de los Imperios lo hicieron un favorito de los predicadores de la Parusía, en especial a la hora de calcular la fecha de tal evento.

Como un joven estudioso, pleno de confianza en Dios, aparece en los diseños del Renacimiento, en especial en los frescos de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina.

En los siglos XIX y XX, la figura histórica del profeta fue cuestionada por los estudiosos de la antigüedad mesopotámica en razón de las inconguencias entre los relatos de su libro, que parecería corresponder al siglo IV o III a.

C., y los hechos históricos.

El profeta Daniel, fresco de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina Antes y después de la restauración

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