Santos católicos

Fernando III de Castilla

Fernando III de Castilla

Escudo de Fernando III de Castilla

Fernando III de Castilla ( Peleas de Arriba, Zamora o Bolaños de Calatrava, Ciudad Real , 1190 o 24 de junio de 1201 - Sevilla, 30 de mayo de 1252 ), llamado el Santo, rey de Castilla ( 1217 - 1252 ) y de León ( 1230 - 1252 ).

Hijo de Berenguela, reina de Castilla, y de Alfonso IX, rey de León.

Durante su reinado se unificaron definitivamente las coronas de Castilla y León, que habían permanecido divididas desde la época de Alfonso VII el Emperador, quien a su muerte las repartió entre sus hijos, los infantes Sancho y Fernando.

Durante su reinado fueron conquistados, en el marco de la Reconquista, el Reino de Jaén, el Reino de Córdoba, el Reino de Sevilla y Extremadura, obligando con ello a retroceder a los reinos musulmanes.

Al finalizar el reinado de Fernando III el Santo, únicamente poseían en la Andalucía el Reino de Niebla, Tejada y el Reino de Granada, este último como feudo castellano.

El infante Alfonso, futuro Alfonso X, sería enviado por Fernando a la conquista del Reino de Murcia, capitulando los moros, dejando la región como un señorío castellano, tras lo cual Alfonso conquistó las plazas de Mula y Cartagena.

Cuando Fernando accedió al trono, en 1217, su reino no rebasaba apenas 150.000 kilómetros cuadrados, en 1230, al heredar León, añade otros 100.000 kilómetros cuadrados, y a base de conquistas ininterrumpidas logrará hacerse con 120.000 kilómetros cuadrados más.

Fue canonizado en 1671, siendo papa Clemente X, y reinando en España Carlos II.

Orígenes familiares

Hijo de Alfonso IX de León y de su segunda esposa, la reina Berenguela de Castilla, fueron sus abuelos paternos Fernando II de León y la reina Urraca de Portugal y los maternos Alfonso VIII de Castilla y Leonor de Plantagenet.

Realmente no se conoce claramente su lugar de nacimiento.

Por un lado, hay fuentes que sitúan su nacimiento en el municipio zamorano de Peleas de Arriba, mientras que otras fuentes se inclinan por el municipio ciudadrealeño de Bolaños de Calatrava, localidad que fue otorgada por su abuelo Alfonso VIII de Castilla a su madre Berenguela tras la victoria en la batalla de las Navas de Tolosa.

De este matrimonio nacieron cinco hijos: Leonor, que murió pronto, Constanza; que fue monja en el Monasterio de Las Huelgas de Burgos, Berenguela; que se casó con Juan de Brienne, emperador de Constantinopla, Fernando (III) y Alfonso de Molina; padre de la reina María de Molina, esposa de Sancho IV.

Y por parte de su padre tuvo dos hermanas: las infantas Sancha y Dulce.

Infancia

En Peleas de Arriba, un lugar entre Zamora y Salamanca, existía un albergue fundado por un religioso zamorano llamado Martín Cid, para atender a transeúntes y peregrinos que recorrían la Vía de la Plata.

En ese entorno nació Fernando, mientras sus padres acampaban en el monte cuando realizaban una ruta de Salamanca a Zamora.

Posteriormente, Fernando III fundaría ahí el Monasterio de Santa María de Valparaíso.

El Cronicón Cerratense le dio a Fernando el nombre de Rex Fernandus Montesinus.

El papa Inocencio III declaró nulo en 1204 el matrimonio de sus padres, Don Alfonso IX de León y Doña Berenguela de Castilla, alegando el parentesco de los cónyuges, porque él era tío carnal de Doña Berenguela.

Agotados todos los recursos contra el papa Berenguela volvió a la corte de su padre ( Alfonso VIII de Castilla ) con todos sus hijos salvo Fernando, que permanecerá en la corte leonesa con su padre, el rey de León.

Tras la temprana muerte del rey de Castilla Alfonso VIII en 1214 su hijo Enrique accede al trono siendo niño, y Berenguela es titular de la Regencia.

Sin embargo, Álvaro Núñez de Lara usurpó la potestad regia y se hizo con varios castillos.

Doña Berenguela tuvo que buscar el apoyo de Gonzalo Rodríguez Girón, señor de Frechilla y mayordomo de la reina, y se refugiará en su castillo de Autillo de Campos, Palencia.

Sin embargo, esta plaza será sitiada por Lara y Doña Berenguela pide ayuda a su hijo que se presenta con 1.500 hombres haciendo huir a Lara.

Rey de Castilla

Tras la muerte repentina de Enrique, los derechos a la corona pasan a Doña Berenguela que, temiendo posibles pretensiones de su antiguo marido, el rey de León, se lo oculta y pide que se le traiga a Fernando para protegerse de Lara.

El rey, persuadido por sus hermanas doña Aldonza y doña Sancha, no quiso dejarle marchar.

Sin embargo, Fernando logró escapar y se reunió con su madre.

Ella, mediante un acto solemne, le proclamó rey de Castilla hacia el 10 o el 14 de junio de 1217 en Autillo de Campos.

La coronación oficial tuvo lugar en Valladolid hacia el 2 ó 3 de julio según los estudios de Gonzalo Martínez Díez.

Alvar Núñez de Lara, alférez mayor de Castilla, cerca Valladolid con el beneplácito de Alfonso IX de León.

Fernando y su madre deben retirarse a Burgos.

A esto le siguen una serie de saqueos de zonas próximas a Valladolid por parte de Alfonso IX.

Fernando no combate contra su padre, y le envía mensajes de que bajo su reinado Castilla sería un reino amigo y, aunque al principio Alfonso no hace caso, terminará retirándose a León cansado de estas acciones.

El 26 de agosto de 1218 se firma el Pacto de Toro, que pondrá fin a esta situación.

Eso sí, a Alfonso le serán pagados 10.000 maravedíes que le eran debidos por el antiguo rey Enrique de un cambio del Castillo de Santibáñez de la Mota.

En septiembre de 1219 una comitiva castellana presidida por Don Mauricio, Obispo de Burgos, llega a la corte de Federico II de Alemania y, probablemente en Hagenau, en Alsacia, tiene lugar la contratación matrimonial entre su cuarta hija, Beatriz de Suabia, y Fernando III.

Fernando le entregó como dote a Beatriz las villas, castillos y sus derechos reales sobre Carrión de los Condes, Logroño, Belorado, Peñafiel, Castrogeriz, Pancorbo, Ampudia, Montealegre, Palenzuela, Astudillo, Villafranca Montes de Oca y Roa.

Doña Beatriz, con la comitiva de hombres notables de Castilla, emprende el camino desde Alsacia a Burgos, pasando por la Corte de París, porque Doña Beatriz deseaba saludar a la esposa del delfín, futuro Luis VIII de Francia, y madre del futuro Luis IX de Francia, Doña Blanca, hermana de su futura suegra, Doña Berenguela.

El 27 de noviembre Fernando será nombrado caballero en el Monasterio de Santa María la Real de Las Huelgas de Burgos, donde le será entregada su espada.

El 30 de noviembre, en la misma ciudad, tiene lugar la celebración de la boda en la catedral.

En 1223 fallece el califa almohade Al-Mustansir sin heredero, generando pugnas dinásticas en la zona musulmana.

El gobernador de Murcia creará su propio reino, no siendo reconocido por muchos magnates andalusíes y africanos.

Cuando este viaja a África para que le proclamen emperador otro pretendiente, Abu Muhammad al Bayasi, es reconocido rey en ciudades del Alto Guadalquivir.

En 1224 Fernando parte de Toledo con un contingente de grandes hombres de Castilla, el maestre de la Orden de Santiago y, posteriormente, se le une la Orden de Calatrava con su Maestre al frente y se dirigen a Sierra Morena, y se concentran en el Castillo de Baños, donde el Rey de Baeza, Bayasi, les rinde parias.

Posteriormente Fernando marchó contra la ciudad de Quesada y otros castillos, que fueron rápidamente tomados.

Posteriormente siguió con sus conquistas por el reino de Jaén.

Fernando entabló amistad con Bayasi que este le entregó a su hijo primogénito y lo educó dentro de su familia, acompañando este al Rey en sus conquistas por Andalucía y consiguiendo honores por ello.

No se sabe con certeza que Bayasi se convirtiera al cristianismo, pero todo parece indicar que así fue.

El Rey de Valencia, Abu-Zeid, no sabía que posición tomar al respecto de esta actitud de los cristianos, y su primo Bayasi le instó a que se hiciera vasallo de Fernando, por lo que se dirigió a Cuenca, donde se encontraba en ese momento la corte castellana, y juró perpetuo vasallaje al Rey.

Posteriormente, Fernando dirigió una ofensiva contra la fortaleza de Priego, que tomó, y prosiguió hasta la ciudad de Loja, ciudad que también conquistó.

Posteriormente tomaron la ciudad de la Alhama, que había sido abandonada por sus moradores ante el temor hacia los cristianos.

Y de esta forma llegaron hasta la misma vega de Granada, donde, temiendo seguir la misma suerte que las anteriores plazas, los habitantes parlamentaron con Fernando y ofrecieron la liberación de 1.300 esclavos cristianos y la rescisión del contrato que obligaba a Alvar Pérez de Castro a servir al Rey de Granada, pasando a engrosar la expedición cristiana, que tomó la decisión de regresar a Toledo.

En 1225 Fernando parte para Andújar con un pequeño ejército y es recibido por el Rey de Baeza.

Fernando le pide los castillos de Borjalamel, Capilla y Salvatierra.

Bayasí, mientras los consigue, le ofrece a Fernando el Alcázar de Baeza, que será inmediatamente ocupado por la Orden de Calatrava.

Poco después le entregó el castillo de Borjalamel.

En 1226, gracias a la intercesión del diplomático Aben Harach, se produce la entrega en 1226 del Castillo de Salvatierra, que se encontraba en el Califato de Córdoba, y que será inmediatamente ocupado por la Orden de Calatrava.

En 1226 Bayasí fue amenazado de muerte por los musulmanes, escondiéndose en el castillo de Almodóvar, pero fue decapitado por uno de los suyos, Aben Bairuc, y su cabeza fue llevada a Sevilla y a Miramamolín Aladid.

Tras esto, los moros de Baeza intentaron quitar el Alcázar a los calatravos, que resisten el asedio al mando de su Maestre, Don Gonzalo Yáñez de Novoa.

El 1 de diciembre la ciudad es definitivamente cristiana y Fernando III dio la tenencia de la ciudad a Lope Díaz de Haro, quien guarnece la ciudad con 500 caballeros en 1227.

En 1226 también se tomará el Castillo de Capilla tras un asedio de 14 semanas y, ya en Toledo, el Rey y el arzobispo Rodrigo pusieron la primera piedra de la actual catedral gótica toledana.

A la muerte de su padre, Alfonso IX en 1230, los partidarios de Fernando no respetaron su testamento, reivindicando el trono de León, que el rey, su padre, había legado a Sancha y Dulce, hijas de su matrimonio con Teresa de Portugal.

Tras una reunión en Valencia de Alcántara (en Cáceres) o en Valencia de Don Juan (a 30 kilómetros de Benavente) entre las dos reinas consortes, Teresa de Portugal y Berenguela de Castilla, se dirigieron a Benavente, donde se encontraba Fernando y los arzobispos de Santiago y Toledo, y donde se firmó el 11 de diciembre de 1230 la Concordia de Benavente o Tratado de las Tercerías, en la que se declara la inviabilidad del testamento de Alfonso IX y el traspaso de la corona de León a Fernando a cambio de una compensación de 30.000 maravedíes anuales a Dulce y Sancha y la cesión de tierras que se reincorporarían a Castilla cuando estas murieran.

De ese modo se unieron dinásticamente — siguieron conservando Cortes, leyes e instituciones diferentes — León y Castilla en la persona de Fernando.

En 1231 el documento será firmado por el pontífice Gregorio IX.

También ese año se firmará el Acuerdo de Sabugal, entre Fernando III y el rey Fernando II de Portugal para delimitar las fronteras y buscar la alianza contra el islam.

En 1231 tomó la plaza de Cazorla en Jaén, junto al arzobispo de Toledo, Rodrigo Jiménez de Rada.

De nuevo organiza una expedición contra Al Andalus en la que están el capitán Alvar Pérez de Castro y muchos nobles y caballeros como los hermanos Pérez de Vargas, Rodrigo González Girón, Tello Alfonso de Meneses, Pero Miguel, Pero de Guzmán (padre de Guzmán el Bueno ) y otros muchos, y, naturalmente, un nutrido grupo de caballeros calatravos y santiaguistas.

Bordearon la ciudad de Córdoba, arrasando la campiña y asaltaron el castillo de Palma del Río.

El caudillo Ibn Hud fue con sus tropas a enfrentarse a esta expedición en un olivar cerca de Jerez, teniendo lugar una batalla donde Don Diego Pérez de Vargas quebró su lanza y su espada y tuvo que defenderse con un gran tronco de olivo y Alvar Pérez de Castro le gritó "¡Así Vargas así, machuca, machuca!" y desde entonces a ese caballero y a sus descendientes se les conoce con el sobrenombre de Machuca.

Finalmente, Ibn Hud se batió en retirada dejando Jerez a su suerte haciendo los cristianos un formidable botín.

En 1232 las órdenes militares se apoderaron de Trujillo y, en 1233, del Castillo de Montiel, que será muy importante para la Orden de Santiago.

Ese mismo año Fernando incorpora las ciudades de Baza y Úbeda.

En 1234 nuevamente las órdenes militares se apoderan de Medellín, Alange y Santa Cruz y en torno a 1235 de Magacela.

En 1226 Fernando III conquista Chiclana de Segura, que entrega en 1235 al Obispo de Osma, que la entregará a su vez en 1239 a la Orden de Santiago, formando parte de la encomienda Montizón-Chiclana.

Los emires Alhamar de Sevilla, Zayan de Valencia y Mahfuz de Niebla se habían declarado reinos independientes al Califato de Córdoba, por lo que el Emir de Córdoba firmó en 1235 una tregua de un año con Fernando III.

Para esto, el emir debió pagar 430.000 maravedíes.

Sin embargo, esta tregua no impedía que los castellanos atacaran baluartes que ya no dependían del emir, por lo que este tomó los castillos de Iznatoraf y San Esteban.

Ese año muere Doña Beatriz de Suavia y Fernando se traslada al Norte.

El emir decide no pagar lo pactado y cristianos de los consejos fronterizos dirigidos por el segoviano Domingo Muñoz toman los arrabales de Córdoba y se hacen fuertes.

Además, unos desertores moros informaron a los cristianos de que la ciudad estaba desguarecida y sería muy fácil llegar a la ajarquía, cosa que hizo un pequeño grupo de soldados.

Esto sucede en enero de 1236 y el rey, al informarse, junta fuerzas de León, de Salamanca, de Zamora y de Toro y de las Órdenes Militares y marcha hacia Córdoba.

Jaime I de Aragón estaba acechando Valencia, y Aben Hud prefirió retirarse a Almería e ir a proteger esa plaza con sus barcos, dando Córdoba por perdida.

Córdoba, abandonada por su emir y desalentada por el asedio, capituló el 29 de junio de 1236.

El rey dejará como gobernador de la ciudad a Don Alfonso Téllez de Meneses y como gobernador militar a don Alvar Pérez de Castro.

La madre recomendó a su hijo Fernando que se casara en segundas nupcias y este aceptó la sugerencia.

La madre, para evitar parentescos entre los nobles, buscó la ayuda de su hermana Doña Blanca, que le recomendó a Doña Juana de Ponthieu o de Danmartín.

Vino desde Francia con una comitiva que se marchó tras contratar el matrimonio en Toledo.

La boda se celebró en la Catedral de Burgos en noviembre de 1237 y fue oficiada por el mismo clérigo que su primera boda, el Obispo de la Diócesis Don Mauricio.

Entre 1240 y 1243 sus conquistas se extienden en abanico sin encontrar apenas resistencia: Chillón, Gahete, Pedroche, Santa Eufemia, Ovejo, Setefilla, Hornachuelos, Almodóvar, Luque, Lucena, Santaella, Montoro, Aguilar, Baena, Écija, Marchena, Morón, Osuna y Estepa.

A Fernando III se le plantean dos frentes, Murcia y Andalucía.

El primero decide reservárselo para él y para el segundo envía a su hijo primogénito.

Don Alfonso viaja a Toledo en 1243 a donde llega una embajada del rey de Murcia, Muriel, trayendo un pliego de condiciones para hacerse un señorío de Don Fernando.

La razón es que Jaime I de Aragón había conquistado ya Valencia y Játiva y ahora, aliado a Alhamar, rey de Jaén y Granada, pretendían hacerse con Murcia.

Alfonso acepta el pliego y firma las Capitulaciones de Alcaraz y posteriormente recorrió la región y se instaló temporalmente en el alcázar de Murcia.

Posteriormente Alfonso firmará con Jaime I de Aragón el Tratado de Almizra para fijar el límite de expansión de los aragoneses hacia el Sur.

Este acuerdo lleva como prenda la concertación de una boda entre Alfonso de Castilla y Doña Violante, hija de Jaime I.

En 1244 Don Rodríguez González Girón y el Maestre de Santiago, Don Pelay Pérez Correa, se unen a Alfonso y se apoderan de la ciudad de Mula, de Lorca ; que capituló tras una ardua resistencia, y de Cartagena, que logró ser tomada gracias a una flota naval que vino del Cantábrico, y que sería un preludio de los planes que tenía Fernando con Sevilla.

La ciudad de Jaén ya había estado bajo asedio del 5 al 20 de julio de 1225, cuando estaba defendida por Alvar Pérez de Castro, antes de que fuera rescindido su contrato de servir al Rey de Granada.

En 1228 volvió Fernando por aquellas tierras y tomó la villa y el Castillo de Castro y remontaría el río de la Plata por el Cerro Veleta y Otiñar, cuya población sería arrasada, al igual que antes hizo lo mismo con Grañena, en el Cerro Pitas.

En 1230 vuelve a cercar Jaén y los alrededores son saqueados.

En 1245, estando Fernando en Martos, Pelay Correa le animó para tomar Jaén.

Fernando partió para Jaén con la compañía de su hermano menor, Alfonso de Molina, y ayudándose de las Órdenes de Calatrava y de Santiago principalmente.

Jaén pertenecía al reino de Taifas de Arjona, cuyo rey era Amed ben Yúsuf ben Nasar, conocido como Aben Alahmar, que finalmente trasladará su reino a Granada.

Además de Martos Fernando también había tomado Úbeda.

El sitio se prolongó desde mediados de diciembre de 1245 hasta febrero de 1246.

Finalmente, Alahmar entregó Jaén y reconoció el dominio del rey Fernando de sus tierras, el Reino de Granada, en vasallaje, pagando la mitad de sus rentas, calculadas en 150.000 maravedíes anuales.

Se aseguró así la supervivencia del Reino de Granada, que se prolongaría durante dos siglos y medio más.

Entre marzo y abril de 1245 va a visitar a su madre, Doña Berenguela, y se reúnen en Pozo de Don Gil, lugar donde Alfonso X fundaría Villa Real, que hoy es Ciudad Real.

La madre le comunicaría que había estado realizando gestiones en Castilla y León pero que estaba cansada y necesitaba recluirse en un monasterio.

En 1246, tras conquistar el Alcázar de Alcalá de Guadaíra, próximo a Sevilla, recibe la noticia de la muerte de su madre.

Fue enterrada en el Monasterio de las Huelgas, en Burgos en un sepulcro sencillo, pero su nieta, que era monja en ese monasterio, decidió en 1251 su traslado a un mausoleo en el coro, junto a los restos de sus padres don Alfonso VIII y doña Leonor.

El rey Fernando encargó a Ramón de Bonifaz la constitución de una flota para tomar la ciudad portuaria de Sevilla.

Este se dirigió a Cantabria donde consiguió trece naves gruesas además de algunas galeras y naves menores.

La flota cristiana se dispuso a atacar a la flota musulmana, que se encontraba en superioridad numérica, en el río Guadalquivir y Fernando III envió refuerzos terrestres.

Finalmente, Bonifaz logra vencer a la flota musulmana consiguiendo aislar a Sevilla de refuerzos marítimos desde el Norte de África.

El 20 de agosto de 1247 comienzan a asediar la ciudad, pero descubren que el emir de Niebla, Amen Amanfon, enviaba refuerzos y víveres desde la fortaleza de San Juan de Aznalfarache utilizando el puente de barcas, que además contaba con fuertes cadenas que impedían el paso de barcos.

En el asedio también se encontraba el hijo de Fernando III, Alfonso X, que envió misivas a la ciudad amenazando con pasar a cuchillo a sus habitantes si se derribaba una sola teja de la mezquita o un solo ladrillo de su alminar, la futura Giralda.

Asimismo contó con la participación del caballero Garci Pérez de Vargas.

Fernando III envió al maestre Pelay Pérez Correa a hostigar el castillo de San Juan, consiguiendo tomar la plaza.

Sin embargo, desde la comarca del Aljarafe la ciudad sigue recibiendo apoyos a través del puente, tomando el rey Fernando la decisión de cortarlo.

Ramón de Bonifaz remontó el río con su flota y consiguió llegar al puente donde, el 3 de mayo, tras dos embestidas logró quebrar las cadenas y romper el puente.

El 23 de noviembre de 1248 el caid de la ciudad, el emir Axataf, se rinde ante Fernando III, entregándole las llaves de la ciudad.

Tras la conquista de Sevilla en 1248 la zona de Jerez quedó en 1250 como un protectorado castellano en la frontera con el Reino de Granada, aunque esta plaza sería finalmente tomada por Alfonso X en 1261.

En 1249 el monarca conquistará Nebrija.

En 1250 Fernando conquista el Castillo de Fontanar y su aldea, hoy Bornos, y Arcos de la Frontera.

En 1251 su hijo Felipe, de 21 años, será escogido como Arzobispo de la recién restaurada sede de Sevilla, sin embargo no llegará a consagrarse y contraerá matrimonio con la princesa Cristina de Noruega.

El infante Sancho, a sus 18 años, será nombrado Arzobispo de Toledo.

El emir de Niebla y del Algarve, Ibn Mahfuz, cederá los derechos de soberanía del Algarve al Rey castellano a cambio de que le proteja del Rey de Portugal, que estaba conquistando ese territorio.

El monarca portugués reconocerá esto en unas treguas que firma con el monarca castellano por 40 años.

Entre otras plazas tomadas, no sabemos si por pleitesía o por directamente por conquista, la Crónica General enumera Medina Sidonia, Alcalá de los Gazules, Vejer, el Puerto de Santa María, Cádiz, Sanlúcar de Alpechín (no se sabe si se refiere a Sanlúcar la Mayor o Sanlúcar de Barrameda ), Rota y Trebujena aunque lo más probable es que estas villas y ciudades no fueran realmente tomadas durante el reinado de Fernando y que, simplemente, acordaran pagar parias.

Cuando falleció en 1252, preparaba una expedición contra el norte de África, tratando de evitar las posibles amenazas que pudieran proceder de esa zona.

Labor política

Trató de unificar y centralizar la administración de los reinos castellano y leonés, promovió la traducción del Fuero juzgo e impuso el castellano como idioma oficial de sus reinos en sustitución del latín.

Repartió las nuevas tierras conquistadas entre las órdenes militares, la Iglesia y los nobles, lo que dio lugar a la formación de grandes latifundios.

Mandó hacer el Libro del Septenario, que era un texto orientado a la educación y de índole filosófica que habla de los siete ramos de las escuelas liberales y contiene algunos conceptos de derecho común.

También ordenó hacer el Libro de la Nobleza y Lealtad que es una obra de derecho político y normas de los deberes del gobernante para un buen gobierno y las virtudes que debe reunir para cumplir esas obligaciones.

El libro está basado en la escolástica, doctrina isidoriana y tomista.

En el ámbito cultural y religioso, mandó levantar las catedrales de Burgos y León.

En su tiempo, el Arzobispo Don Rodrigo inicia las obras de la Catedral de Toledo.

El canciller del rey, Juan, fundó la Catedral de Valladolid y, posteriormente, siendo este Obispo de Osuna edificó esa Catedral.

Nuño, Obispo de Astorga, hizo la torre y el claustro de su Catedral.

Lorenzo, Obispo de Orense, levanta la torre que le faltaba a su templo.

Mandó edificar el Rey innumerables iglesias, conventos y hospitales y tanto él como su madre efectuaban importantes donaciones.

Hacia 1237 instituye el Consejo de los Doce Sabios, que eran un grupo consultivo de doce personas doctas que le ayudaban a ser un buen gobernante.

El tratado de su creación tiene un epílogo de su hijo, Alfonso X el Sabio.

En 1240 Fernando clausura la Universidad de Palencia, fundada en 1212 por Alfonso VIII de Castilla, y la traslada a Salamanca, que fue fundada en 1215 por Alfonso IX de León, ya que no parecía funcionar al nivel que se quería por los escasos recursos que poseía.

Desde este momento Fernando dedicará mucha atención y recursos a la Universidad de Salamanca para que se convirtiera en una de las mejores de Europa.

Fernando III, preocupado por sus conquistas en Andalucía, busca la quietud social en Galicia, y para ello se inclina a favor de los señores eclesiásticos en la pugna que estos tenían con los concejos de Compostela en 1238, de Tuy en 1249 y de Lugo en 1252 y crea la figura del representante del poder real, ya que él, desde tan lejos, no podía ejercer el poder mediante adelantados.

Corte

Se esmeró por que en su Corte se le diera importancia a la música y al buen hablar literario.

Organizaba torneos y fiestas, que eran amenizadas por trovadores y juglares.

Entre los trovadores cercanos a él se encontraban Da Ponte, que compuso estrofas lamentando la muerte de su primera esposa, Doña Beatriz.

Los trovadores Domingo Abad y Nicolás de Romances, tras la conquista de Sevilla, fueron recompensados con la herencia de un feudo cada uno.

Las trovas y canciones gallegas, aprendidas por él durante su juventud en Galicia, eran sus favoritas.

Además fue mecenas de artistas.

Su hijo el rey Alfonso el Sabio será un gran literato y declarará que su saber se lo debe en gran parte al interés que su padre tenía por que su instrucción fuera la mejor posible.

Muerte y sepultura

Un día, en el Alcázar sevillano, sintiéndose morir, pidió que vinieran sus hijos y que se le trajera una hostia consagrada y un crucifijo.

Cuando el fraile que traía la hostia la mostró Fernando se dejó caer de rodillas en el suelo y se colocó una soga al cuello.

Tomó la cruz, la besó muchas veces y se golpeó con ella en el pecho.

El obispo de Sevilla Don Remondo le dio la comunión, tras lo cual se despojó de la ropa real.

Habló luego con Alfonso de la familia, los vasallos y los reinos haciéndole recomendaciones y mandó traer a los hijos que había tenido con sus dos esposas y también estaba su esposa, Juana de Ponthieu, muy apenada.

Se le fue acercada una vela para que la llevara en el momento de su muerte y, antes de sostenerla alzó los brazos al cielo y dijo sus últimas palabras:

Señor: me diste reino que no tenía, y honra y poder que no merecí; dísteme vida, ésta no durable, cuanto fue tu voluntad.

Señor, gracias te doy y te devuelvo el reino que me diste con aquel provecho que yo pude alcanzar y ofrézcote mi alma.

El cadáver del rey Fernando III el Santo recibió sepultura en la Catedral de Sevilla, tres días después de su defunción.

Fernando III había dispuesto en su testamento que su cadáver recibiese sepultura al pie de la imagen de la Virgen de los Reyes, que se supone le fue regalada al monarca por su primo, el rey San Luis de Francia, y había ordenado además que su sepultura fuera sencilla, sin estatua yacente.

No obstante, tras la muerte del rey, su hijo Alfonso X ordenó realizar los mausoleos de sus padres, revestidos de plata, y las efigies sedentes que les representaban, recubiertas de metales preciosos y piedras preciosas, contraviniendo así el deseo de su padre.

Delante de la imagen de la Virgen de los Reyes, donada por Fernando III el Santo a la Catedral de Sevilla, fueron colocadas las efigies de Fernando III y de su primera esposa, la reina Beatriz de Suabia, que aparecían vestidos, sentados en sillones chapados de plata y bajo baldaquinos de plata dorada.

La imagen sedente de Fernando III se hallaba coronada por una corona de oro y piedras preciosas.

Las imágenes de Alfonso X y Beatriz de Suabia portaban sendas coronas de oro y piedras preciosas.

Las piedras preciosas fueron confiscadas por su descendiente, el rey Pedro I de Castilla, durante la Guerra de los dos Pedros, en el siglo XIV, argumentando que no se hallaban suficientemente protegidas.

El monarca aparecía portando en la mano derecha la espada con la punta hacia arriba, estando la espada adornada con un rubí y una esmeralda.

En el dedo índice de la mano izquierda, en la que sostenía la vaina de la espada, adornada con pedrería, llevaba un anillo de oro con un rubí de considerable tamaño.

Dicho anillo sería posteriormente colocado en la mano de la Virgen de los Reyes, quien portaba, al igual que el Niño Jesús que ella sostenía en sus brazos, una corona de oro con piedras preciosas, que le fueron donadas por Alfonso X el Sabio.

Tras la muerte de Alfonso X, su efigie, del mismo estilo que las de sus padres, fue colocada al lado de aquellas.

Los sarcófagos que contenían los restos de los reyes fueron colocados a los pies de la imagen de la Virgen de los Reyes, y se hallaban adornados con blasones en los que aparecían castillos, leones y águilas, símbolo éste último de la Casa de Hohenstaufen, de la que era miembro la reina Beatriz de Suabia.

La efigie que representaba a Fernando III se hallaba colocada en el centro de la capilla y a la izquierda estaba colocada la de su esposa.

Cuando Fernando III el Santo fue canonizado en el año 1671, la imagen sedente del rey, del siglo XIII, fue sustituida por otra realizada por el escultor Pedro Roldán, quien según ciertas fuentes la realizó en pocos días, siendo después dorada y estofada por una hija del pintor Juan de Valdés Leal.

En la actualidad, la urna de plata que contiene los restos de Fernando III el Santo se encuentra colocada sobre un basamento de mampostería, colocado ante las gradas del altar donde se sitúa la imagen de la Virgen de los Reyes.

En el basamento de mampostería que sirve de soporte a la urna se encuentran colocados cuatro epitafios, compuestos en árabe, latín, hebreo y castellano.

La tradición sostiene que los cuatro epitafios fueron compuestos por su hijo Alfonso X.

La urna de plata que contiene los restos del rey San Fernando fue realizada entre los años por el orfebre Juan Laureano de Pina.

Fue comenzada en 1690, aunque las dificultades financieras motivaron que su terminación no finalizara hasta el año 1719, habiendo participado en su conclusión varios orfebres, y habiéndose empleado en su realización plata, plata sobredorada y bronce.

La urna exterior cubre la urna interior, con paredes de cristal, en la que reposan los restos del monarca.

La urna, que se considera la obra más relevante de la orfebrería barroca sevillana, permanece cerrada habitualmente, aunque puede ser abierta para mostrar el cuerpo de San Fernando, como se hace el día 30 de mayo, festividad de San Fernando, en que es expuesto a la veneración de los fieles.

En la decoración de la urna externa, que protege la urna interior, se glorifican las virtudes del rey San Fernando y la apoteósis de la monarquía española, estando además adornada con relieves con motivos florales y vegetales.

Canonización

Para la canonización es preciso, además del milagro, la fama de santidad.

Tras la muerte de Fernando III y de su entierro en la Catedral se genera una energía espiritual que atrae a los fieles sevillanos.

El papa Sixto V confirmaría en 1590 que Fernando III poseía el halo de santidad y que merecía el tratamiento de santo, en base al «resplandor alrededor de la cabeza que se da en Roma a los beatificados y la diadema de los canonizados.» Las restricciones del papa Urbano VIII obligaron a demostrar que esta representación realmente era tal y, una vez acreditada, fue posible impulsar el procedimiento a partir de 1649.

Francisco López de Caro y Bartolomé Esteban Murillo se encargaron de recopilar todas las imágenes que existían en Sevilla de Fernando III.

Comenzaron con una lámina de cobre que se conservaba en la Capilla Real de la Catedral de Sevilla, que a su vez era una versión de otra que se había realizado en Roma años antes.

En la misma capilla encontraron una imagen en un tabernáculo del Rey Fernando arrodillado orante frente a una imagen del Padre.

En el trascoro de la Catedral existía una imagen de la rendición del emir Axataf ante Fernando III pintada por Francisco Pacheco en 1634.

Tras recopilar otros retratos acudieron al Alcázar de Sevilla, donde encontraron una imagen del Rey en el Salón de Embajadores.

Otros sitios que visitaron fueron Puerta de Jerez, el Convento franciscano de San Diego, la Puerta de la Carne, la Iglesia de Santa María la Blanca, el Monasterio de la Cartuja, el Monasterio de San Clemente, la Alhóndiga, el retablo de San Andrés del Convento de la Paz y las Casas Capitulares y el convento franciscano anejo.

En 3 años, a partir de enero de 1649, ambos lograron reunir numerosas imágenes que existían en la ciudad del rey Fernando que ratificaban la fama de santidad de esta persona.

Tras esto, se procedió a dar cuenta de los testimonios para la canonización en los años 50 del siglo XVII.

A partir de 1652 la imagen de San Fernando ya estaba internacionalizada.

En 1626 algunos testigos como Don Juan Villavicencio y Alarcón dieron fe de

la enorme popularidad alcanzada por la imagen en Roma.

También le era rendido culto en la Catedral de Mónaco, en su propio altar.

Juan de la Fuente Almonte, Regidor Veinticuatro de Sevilla, manifestó que en el Virreinato de Perú se le llamaba «Santo Rey Don Fernando».

El 7 de febrero de 1671, fue canonizado por el Papa Clemente X.

Es patrón de varias localidades como: Sevilla, Aranjuez, San Fernando de Henares, Maspalomas ( Gran Canaria ), Villanueva del Río y Minas, San Fernando de Apure, Pivijay y de la pedanía albaceteña Ventas de Alcolea.

También es patrón del Arma de Ingenieros del Ejército de Tierra de España.

Fernando, durante el sitio a Sevilla, contaba con una bandera con la efigie de la Virgen.

Los musulmanes pensaron que destruir esa bandera sería un importante golpe contra la moral de las tropas cristianas y enviaron un pequeño contingente al campamento cristiano, que terminó por dañar a saetazos la bandera.

Fernando comentó este hecho al clérigo Don Remondo, que le recomendó enviarlo a los sastres del campamento para que lo repararan, pero Fernando decidió coserlo él mismo.

Por esto, fue nombrado hermano mayor de la Hermandad católica del gremio de los Sastres o los "alfayetes", que fue la primera que existió en Sevilla tras la Reconquista.

Dicha hermandad tenía como patrones a San Mateo y San Homobono y más tarde añadieron a la Virgen de los Reyes (patrona de los sastres) y al propio San Fernando cuando fue canonizado.

Esa hermandad aún existe, con el nombre de Hermandad de la Virgen de los Reyes, y tiene su culto en la Iglesia de San Ildefonso de la ciudad.

Matrimonios y descendencia

Fernando III el Santo contrajo matrimonio en noviembre de 1219 en el Monasterio de San Zoilo de Carrión de los Condes, situado en la provincia de Palencia, con Beatriz de Suabia, hija de Felipe de Suabia, rey de Romanos y duque de Suabia, y de Irene Ángelo, hija de Isaac II Ángelo, emperador del Imperio romano de Oriente, con la que tuvo diez hijos:

Tras quedar viudo de su primera esposa, Beatriz de Suabia, el rey Fernando contrajo matrimonio en la ciudad de Burgos en 1237 con Juana de Ponthieu de quien tuvo los siguientes hijos:

Genealogía

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