Santos católicos

Moisés

Moisés

Moisés es una figura importante para el judaísmo, el cristianismo, el islam y el bahaísmo, donde se lo venera como profeta, legislador y líder espiritual.

En hebreo su nombre es "Moshé" (מֹשֶׁה) y en árabe se lo conoce como "Musa" (موسىٰ).

Las referencias fundamentales acerca de Moisés se hallan en las Sagradas Escrituras del monoteísmo ( Biblia, Torá, Antiguo Testamento, Corán ).

Para el judaísmo, Moisés es el hombre encomendado por Dios para liberar al pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto y conducir el Éxodo hacia a la Tierra de Israel, siendo por ello el primer profeta y legislador de Israel.

Según la tradición bíblica, Moisés era descendiente de Leví, transmitió la Ley al pueblo hebreo y sentó las bases para el sacerdocio y el culto israelita.

La tradición judeocristiana atribuye a Moisés la autoría de los cinco primeros libros bíblicos ( Pentateuco ).

En cuanto a evidencia material extra-bíblica acerca de Moisés, los arqueólogos carecen de ella.

Fuera del marco de la creencia, la falta de objetos que permitirían corroborar o incluso evaluar la validez de los textos bíblicos, genera hipótesis y conjeturas diversas.

Orígenes etimológicos de su nombre

Tradicionalmente, el origen del nombre Moisés es relacionado con la noción del agua, tanto en las fuentes egipcias como en las hebreas.

En la antigua lengua egipcio el sufijo mses tenía el valor de "engrendrado por (entregado o librado por); al mismo solía anteponerse la fuente de origen o creación.

Moisés significaría inicialmente "entregado por las aguas", debiéndose ello a que el infante hebreo fue hallado en ellas, por lo que las aguas del río Nilo fueron interpretadas como su origen.

La narración del Libro del Éxodo tiende a sugerir una idea semejante, donde la acción de engendrar da lugar a aquella de salvar : «"Y cuando el niño creció, ella lo trajo a la hija del Faraón, la cual lo prohijó, y le puso por nombre Moisés, diciendo: "Porque de las aguas lo saqué"» (2:10).

A partir de ello tradicionalmente se atribuye al nombre Moisés el significado de "salvado de las aguas".

En su registro conocido como las Antigüedades judías (93-94 E.C.), el historiador judeorromano Flavio Josefo reafirma lo expresado por la Biblia, recurriendo además a la etimología egipcia, para finalmente confirmar que el nombre Moisés significa "salvado de las aguas".

Como nombre, Moisés se relaciona con la noción del agua y no sólo en sentido pasivo, dado que la tradición del pueblo hebreo de quien fuera "salvado" hizo un salvador y en aquel por las aguas "librado" encontró su libertador (es decir, quien lo liberó de la esclavitud en Egipto).

De ahí que el nombre Moisés en hebreo es pronunciado Moshé, forma activa que denomina tanto a líder de los israelitas como a quien actuará como representante de ellos ante Yahvéh y, finalmente, los proveerá de la Ley.

Moshé es emisario de la voluntad divina y por consiguiente entendido como proveedor o dador tanto de la libertad del pueblo israelita como de " los diez grandes preceptos " a ser desde entonces observados.

Moisés según el texto bíblico

La historia de la vida de Moisés es narrada en la Biblia, específicamente en la Torá (primera parte del Tanaj y en el Pentateuco (Libros del Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio, todos pertenecientes al Antiguo Testamento ).

El texto bíblico narra cómo Moisés lideró la salida de los hebreos de Egipto y recibió los Diez Mandamientos de manos de Yahveh en el Monte Sinaí.

La tradición sostiene que Moisés vivió 120 años.

Nacimiento

En el Libro de Éxodo, el nacimiento de Moisés tuvo lugar cuando un indeterminado faraón egipcio (probablemente Amenhotep II ) había ordenado que todo varón hebreo recién nacido fuese ahogado en el Nilo.

Según el mencionado libro, Moisés fue hijo de Amram (quien era miembro de la tribu de Leví y descendía de Jacob ) y su esposa, Iojebed.

Moisés tuvo una hermana siete años mayor que él, Miriam, y un hermano tres años mayor que él, Aarón.

Según el Libro de Génesis, el padre de Amram, Coat, llegó a Egipto junto con setenta miembros del grupo descendiente de Jacob, por lo que Moisés era parte de la segunda generación de israelitas nacidos en Egipto.

Iojebed dio a luz a un pequeño, y lo escondió durante los tres primeros meses.

Cuando no pudo ocultarlo más, lo colocó en una cesta, embadurnada con barro en su interior y brea en el exterior para hacerla impermeable, y la llevó al Nilo.

La cesta con el bebé fue observada y seguida de cerca por Miriam hasta que la hija del faraón llegó al Nilo para bañarse.

Miembro de la familia del faraón

La princesa egipcia, cuyo nombre posiblemente era Bitia, descubrió la cesta y a Moisés dentro de ella.

Miriam se acercó y consiguió que la princesa encargara que una hebrea amamantase y cuidase de la criatura; la hebrea en cuestión fue la propia madre de Moisés.

Durante dos años Iojebed amamantó a Moisés y después la criatura le fue entregada a la princesa.

Moisés fue criado como si fuese hijo de la princesa egipcia y el hermano menor del futuro faraón de Egipto.

A través de la Mishná, la tradición hebrea conserva un relato de cómo Moisés, aún siendo una criatura perdió gran parte de su capacidad de hablar debido a un incidente que ocurrió ante el faraón en Egipto.

Cuando Moisés se hizo adulto, observó el trabajo de los esclavos hebreos.

Un día, al ver la brutalidad con la que un capataz egipcio maltrataba a un esclavo hebreo, Moisés acabó con la vida del egipcio, acto que lo condujo a tener que dejar Egipto.

Pastor en Madián

En la tierra de Madián, Moisés se detuvo en un paraje con un pozo y allí protegió a siete pastoras de una banda de otros pastores malintencionados.

El padre de las pastoras, Jetró, era sacerdote de Midián.

Adoptó a Moisés como hijo suyo y le permitió que habitase en Madián; allí trabajó Moisés como supervisor y responsable principal de los rebaños.

A su debido tiempo, Jetró también permitió que Moisés se casase con la mayor de sus hijas, Séfora.

Trabajando como pastor, Moisés vivió en Midián durante cuarenta años, tiempo durante el cual Séfora le dio un hijo, a quien Moisés llamó Gersón.

Revelación en la zarza ardiente

Según la narración bíblica, en cierta ocasión, Moisés llevó a su rebaño al monte Horeb, y allí vio una zarza que ardía sin consumirse.

Cuando Moisés intentó aproximarse para observar más de cerca aquella maravilla, Dios le habló desde la zarza, revelando su identidad e intención a Moisés:

No te acerques; quita el calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es.

Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob.

Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus opresores, pues he conocido sus angustias.

Por eso he descendido para librarlos de manos de los egipcios y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a una tierra que fluye leche y miel Ven, por tanto, ahora, y te enviaré al faraón para que saques de Egipto a mi pueblo, a los hijos de Israel.

"Yo soy el que soy".

En Éxodo 3, el Dios de Israel revela Su naturaleza ante Moisés.

Yahvéh indica a Moisés que ha de regresar a Egipto y liberar a su pueblo de la esclavitud.

Moisés expresa no ser el candidato para realizar tamaña encomienda y, además, recuerda que padece de una dificultad en el habla.

Yahvéh le asegura que le proporcionará todo el apoyo necesario para que lleve a cabo su obra.

Las diez plagas sobre Egipto

Moisés obedece y regresa a Egipto, donde es recibido por Aarón.

Ambos organizan una reunión para informar a los israelitas sobre lo ocurrido y, luego de señales, revelaciones y proezas llevadas a cabo por Moisés, los hebreos lo seguirán como enviado que trae la palabra de Yahvéh.

Lo más difícil fue persuadir al faraón para que dejase marchar a los hebreos, quienes no obtuvieron su permiso hasta que Yahvéh envió diez plagas sobre los egipcios.

Esta serie de eventos comenzó con el agua tornándose sangre y culminó con la muerte de todos los primogénitos egipcios, lo cual causó tal terror entre los egipcios que el faraón terminó por permitir que el esclavizado pueblo hebreo dejara finalmente Egipto.

El éxodo hebreo

Moisés lideró al pueblo israelita en dirección este, iniciando así la larga travesía hacia la tierra prometida.

Partieron desde Ramesés hacia Sucot unos seiscientos mil hombres, sin contar los niños.

Llevaron consigo los restos de José, cumpliendo la voluntad de su predecesor.

.

La gran caravana de los hebreos se movía lentamente y tuvo que acampar tres veces antes de dejar atrás la frontera egipcia, establecida entonces en el Gran Lago Amargo o en la punta más septentrional del Mar Rojo.

Entre tanto, el faraón cambió de opinión y, con un gran ejército, partió para recuperar sus esclavos.

Atrapados entre el ejército egipcio y el mar, los hebreos se desesperaron, pero Yahvéh dividió las aguas del Mar Rojo por mediación de Moisés, permitiendo a los israelitas cruzarlo con seguridad.

Cuando los egipcios intentaron seguirlos, las aguas volvieron a su cauce, ahogando a todo el ejército egipcio.

Fecha del Éxodo.

Aunque la Biblia no cita al faraón del Éxodo por su nombre, sí da la fecha exacta del Éxodo.

En 1Reyes 6:1 se lee que Salomón comenzó a construir el Templo en el cuarto año de su reinado, 480 años después que los hijos de Israel salieron de Egipto.

Se estima que el cuarto año del reinado de Salomón fue hacia el año 966 a.E.C.

A partir de ello la fecha de Éxodo podría haber sido 1446 a.E.C., cuando gobernaba Tutmosis III.

No obstante, dado que el texto bíblico indica específicamente que los hebreos partieron de la ciudad llamada " Ramesés " y a hacia Sucot, ciudades que no existían en tiempos de Tutmosis III y que datan del siglo XIII a.E.C., cuando Ramsés II gobernaba Egipto, en el campo de la investigación se considera el año 1250 a.E.C.

H.W.F.

Saggs, profesor de lenguas antiguas, observa en sus escritos académicos que:

La mención de la ciudad de Ramesés en Éxodo 1:11 en tanto que localidad de almacenaje, construida en parte por los esclavos israelitas, ofrece de hecho un indicio cronológico, dado que es sabido que Ramsés II construyó una ciudad, Per-Ramsés, la cual se corresponde con el nombre proporcionado por la Biblia.

Ello tiende a posicionar la esclavitud en Egipto y su salida de ese país en el siglo XIII a.E.C.

Es en ese mismo siglo que ocurre la primera mención extra-bíblica de Israel.

Se trata de una inscripción del sucesor de Ramsés, Merenptah.

Otorgamiento de la Ley

Luego de transcurridos tres meses (Éxodo 19) desde que los hebreos habían salido de Egipto y durante la travesía por el desierto, Dios confirió los Diez Mandamientos directamente a Moisés y lo hizo en el monte Sinaí.

Según la tradición bíblica, Moisés subió a dicho monte a recibir las Tablas de la Ley.

Estuvo en Sinaí durante cuarenta días, hasta que recibió de Dios, ya sea de hecho o bien por inspiración divina, dos tablas de piedra escritas con Su dedo ( Deuteronomio 9:9-10, Éxodo 31:18).

Las Tablas en cuestión recogían los Diez Mandamientos, leyes básicas de cumplimiento obligatorio para el pueblo hebreo.

Dado que las distintas tribus hebraicas :

Hasta entonces conservaban la fe en un Dios único y algunas costumbres que habían heredado de sus antepasados.

Pero no poseían un concepto claro acerca de Dios, tampoco poseían leyes fijas sobre la vida social y moral.

Habiendo residido en Egipto algunos de ellos copiaron allí ciertas costumbres paganas.

Era necesario, por consiguiente, enseñar a los israelitas en qué consistía su verdadera fe y a qué leyes debían atenerse.

Cuando Moisés bajó a notificar a su pueblo, descubrió que en su ausencia los israelitas habían fundido metales preciosos y construido un becerro de oro, a semejanza de un cuadrúpedo ídolo egipcio, y comprendió que lo veneraban.

La eventual idolatría cometida por el pueblo provocó la ira de Dios e, indignado, Moisés montó en cólera y arrojó las Tablas de la Ley, destruyendo asimismo el ídolo de oro.

Las prescripciones divinas no obstante serían reescritas y reestablecidas por Moisés, siendo subsecuentemente adoptadas por el pueblo.

Iconográficamente, Moisés es representado como legislador del pueblo hebreo y portando las Tablas de la Ley con los Diez Mandamientos, siendo dichas Tablas su principal atributo en la creencia colectiva e imaginería visual tanto judía como cristiana.

Arte cristiano.

Moisés recibe los Diez Mandamientos, sarcófago de mármol, 330 E.C.

Liebieghaus, Fráncfort del Meno.

Otorgamiento de la Ley.

Mosaico, siglo VI.

Monasterio de Santa Catalina, Sinaí.

Moisés recibe la Ley en Sinaí y la transmite a los hebreos.

Biblia de Grandval, manuscrito carolingio, c.

840 E.C.

Museo Británico, Londres

Arte asquenazí.

Los hebreos recolectan el maná y reciben la Ley.

Hagadá de los Pajaritos, c.

1300.

Museo de Israel, Jerusalén

Moisés presenta la Ley a los hebreos, Crónicas del Mundo, Praga, 1350-1375.

Hochschul- und Landesbibliothek, Fulda.

Moisés recibe de Dios las Tablas de la Ley con los Diez Mandamientos.

Relieve por Lorenzo Ghiberti, 1425-1452.

Puertas del Paraíso, Baptisterio de Florencia.

Moisés, escultura de Miguel Ángel, 1513-1515.

Basílica de San Pietro in Vincoli, Roma

Moisés con las Tablas de la Ley, boceto de Cavalier d'Arpino, 1580.

Musée des Beaux-Arts, Lille

Moisés, óleo de Guido Reni, 1624 Galleria Borghese, Roma

Moisés con las Tablas de la Ley, óleo barroco de José de Ribera, 1638.

Museo Nazionale di San Martino, Nápoles

Moisés con el Decálogo.

Philippe de Champaigne, 1648.

Museo del Hermitage, San Petersburgo

Moisés con las Tablas de la Ley.

Rembrandt, 1659.

Gemäldegalerie, Berlín

Moisés y Arón con el Decálogo, óleo, 1692.

Museo Judío, Londres

Moisés recibe la Ley.

William Blake, 1780.

Centro Yale para el Arte Británico

Arte judío.

Vitrales de las Doce Tribus de Israel : Leví.

Marc Chagall, 1950.

Sinagoga Hadasa, Ein Kerem, Jerusalén, 1960.

Las Tablas de la Ley aluden específicamente a Moisés, cuya familia descendía directamente de Leví.

Travesía por la península de Sinaí

La travesía por una serie de parajes inhóspitos de la gran masa de personas fue dura y muchos empezaron a dar rumores y a murmurar contra sus líderes (Moisés y Aarón), aduciendo que era mejor estar bajo el yugo egipcio que padecer las penurias de la travesía.

Moisés realizó innumerables milagros para aplacar la dureza de la travesía y demostrar al pueblo de Israel que Yahveh los guiaba.

Las manifestaciones divinas fueron pródigas.

Para alimentarlos, Yahveh hizo llover maná del cielo.

Para beber, les dio múltiples fuentes de agua, como la fuente de agua amarga convertida en agua dulce.

Mas, para dar agua a los israelitas, Moisés una vez golpeó con su vara una roca y perdió a causa de ello el derecho de entrar en la Tierra Prometida.

En su travesía por los desiertos, Israel lucha por primera vez contra los amalecitas, que eran un pueblo principal y vencen solo por la pujanza de Moisés.

( Éxodo 17:8).

Israel además vence a Arad, a los amorreos liderados por Sehón ( Números, 21) y rodean tierras por donde no se les permite combatir ni se les da el paso, como es el caso de las tierras de Edom.

En el monte Sinaí, el pueblo judío fue organizado doctrinalmente por el sacerdocio menor de Aarón.

Se les inculca estatutos, mandamientos y por sobre todo el desarrollar fidelidad a los convenios con Yahveh.

Esta historia es contada en el Levítico.

En el mismo monte, Yahveh entrega el Decálogo de los Diez Mandamientos, pero al bajar Moisés junto a Josué, encuentra a su pueblo adorando un becerro de oro.

Esta perversión a los ojos de Yahveh fue castigada con la muerte, así en el Éxodo se cuenta: «Y él les dijo: Así ha dicho Jehová, el Dios de Israel: Poned cada uno su espada sobre su muslo: pasad y volved de puerta á puerta por el campo, y matad cada uno a su hermano, y a su amigo, y a su pariente.

Y los hijos de Leví lo hicieron conforme al dicho de Moisés: y cayeron del pueblo en aquel día como tres mil hombres».

Situaciones como esta se sucederían varias veces en el trayecto hacia la tierra prometida.

Yahveh le volvió a dictar sus diez mandamientos y para transportar las sagradas escrituras, se construyó el arca de la alianza.

Para portar dicha arca, se construyó el Tabernáculo, que sería el transporte del arca hasta que se llegara a la tierra prometida, donde se construiría un templo donde albergarla.

Ya cerca de la tierra prometida, Moisés encomienda a 12 espías el investigar y dar un reporte de las bondades de la tierra de promisión, pero al volver, 10 de los 12 espías dan un reporte sumamente desalentador sobre las gentes que moraban sobre estas tierras, inculcando miedo a las huestes armadas y por sobre todo desconfianza a las promesas de Yahveh.

Debido a esto es aquí donde Dios castigó a Israel hablándole a Moisés y diciéndoles estas palabras:

«Vosotros a la verdad no entraréis en la tierra, por la cual alcé mi mano y juré que os haría habitar en ella; exceptuando a Caleb hijo de Jefone y a Josué hijo de Nun...

Conforme el número de los día, de los cuarenta días en que reconocisteis la tierra, llevaréis vuestras iniquidades cuarenta años, un año por cada día; y conoceréis mi castigo...»

Esta historia es contada en el libro de Números capítulo 13 y 14:26-35.

Según esos textos, Yahveh ―al ver el miedo de su pueblo elegido― prohibió la entrada de todo varón de guerra (mayores de 20 años) a la tierra de promisión, incluyendo al mismo Moisés a quien solo se le permitió verla desde lo alto de un monte ( Nebo ).

Hay que aclarar, sin embargo, que la prohibición no incluía a los levitas (tribu a la que pertenecía Moisés), quienes no estaban registrados para la guerra, ni tampoco a Josué y Caleb, quienes sí mostraron fe en las promesas divinas.

A Moisés no se le permitió entrar por un incidente posterior en el que se atribuyó crédito personal por un milagro de Yahveh ( Números capítulo 20)

Ya estando cerca de Moab, Balac, rey de los moabitas ve venir a Israel por el margen oriental y teme del pueblo de Israel, manda a llamar a Balaam, adivino de Mesopotamia (Números 22) para que maldiga al pueblo de Israel; pero Yahveh envía a un ángel a interponerse en el camino de Balaam hacia el monte de Bamot-Baal y es persuadido a bendecir al pueblo israelita y lo hace tres veces a pesar de los deseos de Balac.

Finalmente, tras cuarenta años de vagar por el desierto, los hebreos de aquella generación murieron en el desierto ( Éxodo 16: 35; Números 14: 33, 34: Deuteronomio 1: 1-3; 2: 7; 8: 2, 4).

Una nueva generación de hebreos libres, nacidos en el éxodo, llegaron a la Tierra Prometida y entraron por fin a ella guiados por Josué.

Moisés, permaneció con aquellos que no iban a entrar a las tierras prometidas y sabiendo que no estaba lejos la hora de su muerte, le pasó el mando a Josué.

Josué cruza el río Jordán dejando atrás casi 40 años de permanencia en el desierto de Parán y una distancia recorrida cercana a los 1000 km (a razón de 25 km/años) desde que dejaron Pi-Ramsés en Egipto.

Cuando murió Moisés, a la edad de ciento veinte años, fue llorado por su pueblo durante treinta días y treinta noches.

Moisés en el judaísmo

La principal fuente en relación a Moisés es la Torá ( Biblia hebrea ), cuyos ejemplares son preservados en todas las sinagogas e instituciones israelitas.

Dentro de los textos sagrados del judaísmo, particularmente importantes son los libros del Pentateuco, cuya redacción definitiva tuvo lugar en tiempos del monarca Josías, quien gobernó el Reino de Judá en el siglo VII a.E.C.

Existe además una multitud de otros tantos documentos, literatura, historias e información adicional sobre Moisés en las exégesis rabínicas conocidas como el Midrásh, así como en las compilaciones de textos más importantes de la ley oral judía, a los que se conoce como la Mishná y el Talmud.

Tradicionalmente durante Pésaj (Pascua judía), y desde por lo menos la Edad Media, los observantes judíos leen el texto de la Hagadá, donde se narra el proceso de liberación de los hebreos de su esclavitud en Egipto y la intervención de Moisés en el mismo.

Liderados por Moisés, los hebreos dejan Egipto.

Fresco parietal de la Sinagoga de Dura Europos, 244 E.C.

Moisés y el cruce del Mar Rojo.

Fresco parietal de la Sinagoga de Dura Europos, 244 E.C.

Moisés recibe la Ley.

Arte asquenazí.

Hagadá de los Pajaritos, empleada en Pésaj, c.

1300.

Moisés lidera el Éxodo.

Arte sefardí.

Hagadá de Cataluña, siglo XIV

Moisés y Aarón con el Decálogo (escrito en hebreo ), óleo, 1692.

Museo Judío, Londres

Moisés presenta la Ley al pueblo de Israel.

Sinagoga Or Torá, Acre, 2012

Moisés en el cristianismo

Moisés es un precursor de Jesús, a menudo se los compara e indica que Moisés es considerado un profeta y por consiguiente portador de la palabra de Dios.

En el Evangelio, las enseñanzas y hechos de la vida de Jesús son comparados con aquellos de Moisés para explicar la misión de Jesús.

Moisés figura a su vez en varios de los mensajes de Jesús.

Cuando conoce al fariseo Nicodemo por la noche, en el tercer capítulo del Evangelio de Juan, compara el alzado de la serpiente de bronce en el desierto, que cualquier hebreo podía mirar para ser curado, con su propia ascensión a los cielos (tras su muerte y resurrección) de modo que la gente lo vea y ser curada.

En el sexto capítulo, Jesús responde a sus seguidores que Moisés hizo que cayera el maná en el desierto diciendo que no había sido él, sino Yahveh, quien había obrado el milagro.

Llamándolo el «pan de la vida», Jesús afirma que ahora es él quien alimenta al pueblo de Yahveh.

En la carta de Judas contiene una breve mención de una disputa entre el arcángel Miguel y el diablo por el cuerpo de Moisés.

La iglesia católica venera a Moisés como santo, tal como a todos los demás patriarcas y profetas del Antiguo Testamento.

Iconográficamente, Moisés figura en relieves, mosaicos, manuscritos miniados, íconos, vitrales, pinturas y esculturas que responden a las diferentes expresiones de la fe cristiana.

Moisés es además santo patrono de iglesias en Monte Nebo, Venecia y Ámsterdam.

Relieve de Moisés (Otorgamiento de la Ley).

Sarcófago de Ioannes, Constantinopla, siglo V.

Bode-Museum, Berlín

El cruce del Mar Rojo y el fin del ejército de Faraón.

Salterio de París, c.

950.

Bibliothèque nationale de France, MS Grec 139, fol.

419v.

Moisés y la zarza ardiente.

Dirk Bouts, 1450-1475

El Profeta Moisés.

Iconostasis, siglo XVIII.

Monasterio Kizhi, Rusia.

Vitral con tres etapas de la vida de Moisés.

Lawrence Saint, 1933.

Catedral Nacional, Washington

Mosaico en la Basílica-Catedral de San Luis, Misuri

Basílica de Moisés en Monte Nebo, Jordania

Mosaico bizantino de la Basílica de Moisés, Monte Nebo, 530 E.C.

Iglesia San Moisés o Iglesia de San Moisés Profeta, Venecia, 1668.

Altar principal de la Iglesia San Moisés, Venecia, Italia

Iglesia de Moisés y Aarón,, Ámsterdam, Holanda, 1841.

Moisés con la Ley, relieve de la Iglesia de Moisés y Aarón en Ámsterdam

Moisés en el islam

En el Corán, el libro sagrado del Islam, la vida del profeta Moisés (Nabi Musa) se narra y se recuerda más que la de cualquier otro profeta reconocido por los musulmanes.

Junto con Abraham, Moisés es considerado uno de los profetas más importantes del monoteísmo en el período anterior a Mahoma.

El Corán nota que Moisés es una figura principalmente judía y establece pocas diferencias en relación a la creencia tanto de hebreos como de cristianos.

El Corán afirma que Yahvé reveló el texto sagrado a Moisés y numerosas secciones del texto bíblico directamente relacionadas con Moisés se hallan incorporadas dentro del más sagrado texto de los musulmanes, quienes, por otra parte, veneran lo que ellos consideran ser el sepulcro de Nabi Musa y al que denominan "Maqam El-Nabi Musa", situándolo en el camino entre Jericó y Jerusalén.

Como localidad, Nabi Musa se halla bajo la administración de la Autoridad Palestina y pertenece a la jurisdicción de Jericó.

El profeta Musa, con su rostro velado y portando el báculo en su mano.

Miniatura islámica, 1489.

Al-Nabi Musa

Acceso

Inscripción árabe sobre el acceso

Sepulcro del Nabi Musa

Cartel trilingüe indicador de "Nebi Musa" (Profeta Moisés).

Iconografía

En la Historia del Arte, la figura de Moisés es frecuente tanto en el arte judío como en el arte cristiano.

Moisés es generalmente representado como profeta y las Tablas de la Ley constituyen entonces su principal atributo.

En tal caso suele figurar como un hombre ya maduro, barbudo, portando una túnica hebrea y una vara o báculo en su mano.

En imágenes que conciernen a la juventud de Moisés se lo representa con los atributos de un príncipe egipcio.

Otro atributo singular de Moisés es la luminosidad que emerge de la piel de su rostro y que tiene su referente último en el texto bíblico, donde este concepto encuentra expresión mediante el haz de luz que hacía que resplandeciera el rostro de Moisés luego de haber estado éste en presencia del Creador.

En términos visuales ello es a menudo expresado mediante dos haces de luz que parten desde la frente del hombre que se ha vuelto profeta.

La presencia de cuernos (en vez del empleo de un haz de luz) en el caso de las imágenes que involucran a Moisés se debe a un error de interpretación al traducirse la Biblia del hebreo al latín: la antigua expresión hebrea keren or (קָרַ֛ן עֹ֥ור), que se refiere al estado replandeciente del rostro de Moisés, fue interpretada por Jerónimo de Estridón equivocadamente como "cuernos" e incluida como tal en la Vulgata ; ello dio lugar a un Moisés con cuernos en varias imágenes eclesiásticas del período gótico tardío.

No obstante, ello fue en su momento notado por la Iglesia y los cuernos en cuestión fueron a partir de entonces reemplazados por formas visualmente comparables a rayos de luz que en términos unívocos expresan la resplandecencia del rostro de Moisés.

En el celebérrimo caso del Moisés de Miguel Ángel, el artista florentino recurrió a un par de cuernos no por ignorancia o falta de información, sino porque deseaba expresar la noción de que Moisés, luego de su encuentro con el Creador, se había transformado y ya no era meramente un hombre, sino un ser prácticamente sobrenatural debido al extraordinario papel que le tocaba desempeñar ante Dios.

En la imaginería cristiana, tanto católica como ortodoxa, cuando se expresa la noción de santidad, Moisés puede a veces presentar una aureola en aquellas representaciones icónicas que le son propias.

Escenas de la vida y obra de Moisés

Moisés y Iojebed.

Pedro Américo, 1884.

Museo de Bellas Artes, Rio de Janeiro

Moisés flotando sobre las aguas del Nilo.

Ilustración de 1897

Moisés es salvado de las aguas del Nilo, fresco de la Sinagoga de Dura Europos (Siria), 244 E.C.

Infancia de Moisés.

Hagadá Kauffmann, siglo XIV

Moisés defiende a las hijas de Jetró.

Rosso Fiorentino, 1533.

Galeria degli Uffizi, Florencia

Moisés y la zarza ardiente.

Manuscrito miniado medieval, c.

950.

Didron, 1864.

Vitral, Catedral de Notre Dame, París

La zarza ardiente.

Vitral por Sergio de Castro, 1980.

Collégiale de Romont, Suiza.

Moisés ante el faraón.

Biblia siríaca, siglo VI.

París, Bibliothèque Nationale de France, MS syr.

341, fol.

8r.

Moisés torna las aguas de Egipto en sangre.

Gouache por Tissot, c.

1895-1900

El Éxodo.

Moisés lidera el Éxodo.

Hagadá de los Pajaritos ( Pésaj ), arte asquenazí, c.

1300.

Museo de Israel, Jerusalén

Gesto de Moisés al abrir las aguas del Mar Rojo.

Charlton Heston en la película "Los Diez Mandamientos", Paramount, 1956

Moisés parte las aguas del Mar Rojo, Hortus Deliciarum, c.

1118

Otorgamiento de la Ley.

Rafael, 1518-1519.

Fresco, Loggia, Palacio Pontificio, Vaticano

Moisés rompe las Tablas.

Domenico Beccafumi, 1537.

Catedral de Pisa, Italia

Moisés desciende del monte, mientras el pueblo adora al ídolo vacuno.

Xilografía de las Crónicas de Núremberg, 1493, fol.

31r.

Moisés descalzándose y golpeando la roca en el desierto.

Fresco en catacumba paleocristiana europea

Moisés levanta la serpiente de bronce para curar a los israelitas.

Benjamin West.

Museo de la Universidad Jones, Greenville

Moisés y los mensajeros provenientes de Canaán.

Óleo de Giovanni Lafranco, 1621-24

Moisés observa la Tierra Prometida desde el Monte Nebo.

E.M.

Synge, 1909.

Ilustración publicada en Story of the World, vol.

1

Moisés como profeta y civilizador

Vitral representando a Moisés.

Iglesia Nuestra Señora de la Asunción, Bagnères-de-Luchon, Haute-Garonne, Francia

Moisés como legistador, santo y patrono.

Iglesia San Moisés, Venecia, 1668

Moisés con el Decálogo en caracteres cirílicos.

Óleo de Anton Losenko (siguiendo a Champaigne, 1648), Rusia, siglo XVIII

Brujas, Bélgica

Vitral del Cementerio de Pontparnasse, París

Catedral de Vilna, siglo XVIII

Estatua de Moisés cerca de Saint-Laurent, Salon-de-Provence, Bouches-du-Rhône, Francia

Moisés con la Ley ante los israelitas.

Charles Foster, 1897

Moisés habla y transmite los preceptos al pueblo de Israel.

Ilustración de Hartwell James, 1905-16

El Triunfo de la Historia sobre el Tiempo: Moisés.

Rafael Mengs, siglo 1773.

Fresco, cielorraso de la Sala de los Papiros.

Biblioteca Vaticana, Roma.

Moisés.

Jean de Marco, 1950.

Medallón con relieve de mármol, Cámara de Representantes de los Estados Unidos

Moisés con la Ley ante el pueblo.

Tapiz de Marc Chagall.

Knéset de Israel, Jerusalén.

Teorías e hipótesis sobre la historicidad de Moisés

Una parte de la historiografía sugiere que Moisés nunca existió como figura histórica, y que el Éxodo es un mito.

Por ejemplo, si el Éxodo tuvo lugar durante el fin de la era de los hicsos en Egipto, tal y como afirman algunos expertos ( siglo xvi a. C.

), entonces sus documentos sobre Moisés probablemente habrían sido destruidos deliberadamente cuando los egipcios los expulsaron .

Si bien esta teoría plantea el problema de que los hicsos conocían la escritura y que el alfabeto hebreo fue inventado siglos más tarde.

Las primeras incripciones en protohebreo datan del siglo x a. C.

Las referencias adicionales sobre Moisés datan de muchos siglos después de la época en la que supuestamente vivió.

Se desconoce si se basan únicamente en la tradición judía o si también han tomado aspectos de otras fuentes.

Algunos como Flavio Josefo, Filón de Alejandría y Manetón hablan de él.

También existen, por supuesto, los relatos antes mencionados en la Mishná y el Corán.

En el siglo iii a. C.

, Manetón, un cronista y sacerdote heleno-egipcio, afirmó que Moisés no era judío, sino un sacerdote egipcio resentido, y que el Éxodo fue en realidad la expulsión de una colonia de leprosos.

Incluso si Moisés se acepta como figura histórica, hay varios aspectos del relato bíblico que pueden ser reinterpretados.

La hipótesis de Manetón de que Moisés era egipcio es absolutamente plausible.

Se ha sugerido que pudo haber sido un noble o príncipe egipcio influido por la religión de Atón (véase la hipótesis de Freud más abajo), o simplemente un simpatizante de la cultura hebrea.

Mosés es un nombre egipcio que significa ‘hijo’ y se utilizó a menudo en los nombres de los faraones (como por ejemplo TutMoses).

Los hebreos pudieron haber creado la historia a partir de los relatos de Sargón de Acad (mesopotámico) o Edipo (griego) para legitimar su creencia.

Por otra parte, antiguamente las clases más bajas abandonaban a veces a sus hijos, y Moshe es una palabra hebrea que significa ‘rescatado de las aguas’.

Asimismo, la historia del nacimiento de Moisés presenta puntos en común con la leyenda asiria de Sargon de Acadia, lo que puede sugerir un carácter mítico.

Aunado a esto, poner fecha al Éxodo también ha sido un gran reto.

Hay diferentes hipótesis, pero ninguna prueba histórica que lo confirme:

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