Santos católicos

Pío de Pietrelcina

Pío de Pietrelcina

Pío de Pietrelcina O.

F.

M.

Cap.

, también conocido como Padre Pío ( Pietrelcina, 25 de mayo de 1887 - San Giovanni Rotondo, 23 de septiembre de 1968 ) fue un religioso capuchino y santo italiano.

Famoso por los estigmas que exhibía en las manos.

Fue canonizado en 2002 por Juan Pablo II bajo el nombre de «san Pío de Pietrelcina».

Infancia

Francesco Forgione nace en Pietrelcina en el año de 1887, sus padres fueron Grazio Orazio Mario Forgione y María Giussepa di Nunzio.

Su familia era de clase humilde, trabajadora y muy devota.

Desde niño mostró mucha piedad e incluso actitudes de penitencia.

Su infancia se caracterizó por una salud frágil y enfermiza.

Es desde esta edad donde manifestó un gran deseo por el sacerdocio, nacido por el encuentro que tiene con un monje capuchino del convento de Morcone (a 30 km de Pietrelcina) llamado Fray Camillo quien pasaba por su casa pidiendo limosna.

Su padre tuvo que emigrar a América para poder pagar sus estudios, en 1898 a Estados Unidos y en 1910 a Argentina.

Desde su niñez sufre los llamados «encuentros demoníacos», que lo acompañaran a lo largo de su vida.

Amigos y vecinos testificaron que en más de una ocasión le vieron pelear con su propia sombra.

Comienza la vida de fraile

El 6 de enero de 1903, con 16 años, fue aceptado como novicio en el convento de Morcone.

El maestro de novicios era el padre Tommaso da Monte Sant’Ángelo, a quien el padre Pío recordaba como «un poco severo pero con un corazón de oro, muy bueno, comprensivo y lleno de caridad con los novicios».

La vida en el noviciado era muy dura, llena de ayunos y mortificaciones que influyeron en el carácter y espíritu de los novicios los ayudaba a discernir si tenían verdadera vocación; fue en este período que las enfermedades que arrastraba desde niño fueron creciendo y se quedaron con él hasta el día de su muerte.

El maestro de novicios testificó que fray Pío «fue siempre un novicio ejemplar, puntual en la observancia de la regla y nunca daba motivo para ser reprendido».

El 22 de enero de 1904 terminó su noviciado y pronunció sus votos temporales.

El 25 de enero de ese mismo año se trasladó al convento de Sant’Elía para continuar con sus estudios.

Es en este convento donde sucede su primera bilocación asistiendo al nacimiento de Giovanna Rizzani, futura hija espiritual suya, nacida en Udine, Venecia, lejos de donde físicamente se encontraba el padre Pío en ese momento.

El 27 de enero de 1907 hizo la profesión de sus votos solemnes.

Ese mismo año fue trasladado al convento de Serracapriola, ubicado a quince kilómetros del mar, pero no le hizo nada bien y su salud decayó.

Sus superiores lo enviaron de regreso a Pietrelcina para ver si el clima de su casa le hace bien.

En esta época la gente de su pueblo confiaba en él, pidiéndole consejo, y así Francisco empezó una dirección de almas.

En 1908 regresó al convento, pero esta vez a Montefusco.

En noviembre de ese año recibió las órdenes menores (portero, lector, exorcista, acólito) y luego el subdiaconado.

Toda esta época fue para él de mucha oración y estudio.

El 10 de agosto de 1910 fue consagrado sacerdote en la catedral de Benevento.

Pero permaneció con su familia hasta 1916 por motivos de salud.

Allí en su pueblo natal dijo haber recibido los estigmas.

En septiembre de 1916 fue enviado al convento de San Giovanni Rotondo, donde vivió hasta su muerte.

Durante la Primera Guerra Mundial sirvió en el cuerpo médico italiano ( 1917 - 1918 ).

Los estigmas

Sin duda alguna lo que hizo más famoso al padre Pío fue el fenómeno de los estigmas, llamados pasionarios (por ser semejantes a los de Jesucristo en su Pasión): heridas en manos, pies, costado y hombro, dolorosas aunque invisibles entre 1911 y 1918, y visibles desde este último año hasta su muerte.

Su sangre tenía al parecer perfume de flores, aroma asociado a la santidad.

La noticia de que el padre Pío tenía los estigmas se extendió rápidamente.

Muy pronto miles de personas acudían a San Giovanni Rotondo para verle, besarle las manos, confesarse con él y asistir a sus misas.

Se trató del primer sacerdote estigmatizado.

Ante la fama del padre, la Santa Sede envió a investigar a una celebridad en materia de psicología, el padre Agostino Gemelli, franciscano, doctor en medicina, fundador de la Universidad Católica de Milán y amigo del papa Pío XI.

Cuando el padre Gemelli se fue de San Giovanni, publicó un artículo en que afirmaba que los estigmas eran de origen neurótico.

El Santo Oficio se valió de la opinión de este psicólogo e hizo público un decreto el cual declaraba que «no se constata la sobrenaturalidad de los hechos».

En los años siguientes hubo otros tres decretos y el último fue condenatorio, prohibiendo las visitas al padre Pío o mantener alguna relación con él, incluso epistolar.

Como consecuencia, el padre Pío pasó 10 años ―de 1923 a 1933― aislado completamente del mundo exterior.

A raíz de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), el padre fundó los «Grupos de Oración del Padre Pío».

Los grupos se multiplicaron por toda Italia y el mundo.

A la muerte del padre los grupos eran 726 y contaban con 68.000 miembros, y en marzo de 1976 pasaban de 1400 grupos con más de 150.000 miembros.

El hospital Casa Alivio del Sufrimiento

El 9 de enero de 1940, el padre Pío reunió a tres de sus grandes amigos espirituales y les propuso un proyecto al cual él mismo se refirió como «su obra más grande aquí en la Tierra»: la fundación de un hospital que habría de llamarse Casa Alivio del Sufrimiento.

El 5 de mayo de 1956 se inauguró el hospital con la bendición del cardenal Lercaro y un inspirado discurso del papa Pío XII.

La finalidad del hospital es curar a los enfermos tanto desde el punto de vista espiritual como físico.

En 1940, el padre Pío inició planes para abrir su hospital en San Giovanni Rotondo, que se llamaría la Casa Sollievo della Sofferenza (o Casa de Alivio del Sufrimiento).

Barbara Ward, una humanitaria británica y periodista en misión en Italia, jugó un papel importante en la obtención de una subvención de 325.000 dólares por parte del UNRRA (United Nations Relief and Rehabilitation Administration: Socorro de las Naciones Unidas y Administración de Rehabilitación).

El hospital abrió sus puertas en 1956.

Con el fin de que el padre Pío pudiera supervisar este proyecto directamente, en 1957 el papa Pío XII le concedió la dispensa de su voto de pobreza.

Sin embargo, en 1959, periódicos y semanarios empezaron a publicar informaciones acerca de la administración que el padre Pío hacía de la Casa Alivio del Sufrimiento, acusándolo de apropiación indebida de fondos.

En Italia, la izquierda lo había bautizado «el monje más rico del mundo».

Después de varias investigaciones conducidas por la Curia Romana, se le quitó la administración del hospital.

A sus seguidores se les recomendó no asistir a sus misas ni confesarse con él.

Pero estos se negaron a seguir las recomendaciones.

Muerte

El 20 de septiembre de 1968 el padre Pío cumplió 50 años de sufrir los estigmas, celebrando una misa multitudinaria.

Sus fieles ubicaron alrededor del altar 50 grandes macetas con rosas rojas, por sus 50 años de sangre.

Tres días después, el 23 de septiembre de 1968, el padre Pío falleció.

Su funeral fue tan multitudinario que se tuvo que esperar cuatro días para que la multitud de personas pasara a despedirse.

Se calcula que hubo más de 100.000 participantes en el entierro.

Antes y después de su muerte

Tiempo antes de morir ―al no disponer de privacidad, bajo control médico― los estigmas que había padecido los últimos 50 años cicatrizaron.

Cuando le quitaron los guantes prácticamente no quedaban marcas de ellos.

En noviembre de 1969 comenzaron los preliminares de la causa de beatificación del padre Pío.

El 18 de diciembre de 1997, el papa Juan Pablo II lo pronunció venerable.

El 2 de mayo de 1999, el mismo papa lo beatificó, y el 16 de junio de 2002, lo canonizó bajo el nombre de san Pío de Pietrelcina.

Dones del padre Pío

Según los creyentes en el padre Pío, sus dones fueron:

Citas de Pío de Pietrelcina

Solo soy un humilde fraile que ora...

Quédate conmigo, Señor...

Reza, ten fe y no te preocupes.

La preocupación es inútil.

Dios es misericordioso y escuchará tu oración...

La oración es la mejor arma que tenemos; es la llave al corazón de Dios.

Debes hablarle a Jesús, no solo con tus labios sino con tu corazón.

En realidad, en algunas ocasiones debes hablarle solo con el corazón...

Dulce es la mano de la Iglesia también cuando golpea, porque es la mano de una madre.

Haré más desde el Cielo, que lo que puedo hacer aquí en la Tierra.

El hábito de preguntar «por qué» ha arruinado el mundo.

Oración

Bienaventurado padre Pío, testigo de fe y de amor.

Admiramos tu vida como fraile capuchino, como sacerdote y como testigo fiel de Cristo.

El dolor marcó tu vida y te llamamos «un crucificado sin cruz».

El amor te llevó a preocuparte por los enfermos, a atraer a los pecadores, a vivir profundamente el misterio de la Eucaristía y del perdón.

Fuiste un poderoso intercesor ante Dios en tu vida, y sigues ahora en el cielo haciendo bien e intercediendo por nosotros.

Queremos contar con tu ayuda.

Ruega por nosotros.

Lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

Controversias

El padre Pío fue objeto de numerosas investigaciones.

En el período comprendido entre 1924 a 1931, la Santa Sede hizo varias declaraciones negando que los acontecimientos en la vida del padre Pío se debieran a alguna causa divina.

En un momento dado, se le impidió públicamente el desempeño de sus deberes sacerdotales, como el confesar y dar misa.

El Vaticano envió como investigador al fundador del Hospital Universitario Católico de Roma, el médico y psicólogo Padre Agostino Gemelli, quien concluyó que el padre Pío era «un ignorante y psicópata automutilador que se aprovecha de la credulidad de las personas».

Por temor a disturbios locales, un plan para transferir al padre Pío a otro convento fue abandonado y un segundo plan fue cancelado cuando un motín estuvo a punto de suceder.

En 1933 la marea empezó a cambiar, cuando el papa Pío XI ordenó a la Santa Sede que revirtiera la prohibición de la celebración de misa del padre Pío.

El papa declaró: «No he estado mal dispuesto hacia el padre Pío, sino que me habían informado mal».

En 1934 se le permitió volver a escuchar confesiones.

También se le dio permiso honorario para predicar, a pesar de no haber tomado el examen para la licencia de predicación.

El papa Pío XII, quien asumió el papado en 1939, animó a los devotos a visitar al padre Pío.

El papa Juan XXIII

De acuerdo con un reciente libro, el papa Juan XXIII (1958-1963) no adoptó la perspectiva de su predecesor, y escribió en 1960 sobre el «engaño enorme» del padre Pío.

El papa había recibido denuncias de algunos eclesiásticos (en esa época se acostumbraba a escribir en latín) que acusaban al monje ―que con frecuencia se azotaba con un látigo con puntas de metal― de «bis in hebdómada copulabat cum muliere» (‘dos veces en la semana copula con mujeres’).

El papa Juan XXIII autorizó que controlaran las actividades del sacerdote, incluso que lo espiaran en su confesionario.

Existieron largas investigaciones para resolver al menos 23 denuncias de seguidores íntimos, que decían que el padre Pío falsificaba los milagros y había tenido relaciones sexuales con sus seguidoras más fieles.

En la jerarquía de la Iglesia muchos dudaban de que su estigmas fueran reales (sugerían que las provocaba con ácido nítrico) y que utilizaba agua de colonia para crear el «olor de santidad» que lo hacía famoso.

Se afirma que las supuestas habilidades místicas del padre Pío fueron comprobadas solo con pruebas anecdóticas.

Algunas de sus supuestas bilocaciones son coherentes con meras alucinaciones.

Nunca se le pudo controlar continuamente para garantizar que no utilizaba productos químicos (como el ácido carbólico o yodo ) para evitar la cicatrización de sus heridas.

El 25 de junio de 1960, el papa Juan XXIII escribió en su diario íntimo acerca de las actividades del padre Pío:

El 29 de julio de 1960 ―apenas un mes después de la anotación del papa―, el monseñor Carlo Maccari (1913-1997), quien más tarde se convertiría en el arzobispo de Ancona, comenzó otra investigación en nombre del papa Juan XXIII y el Santo Oficio.

Se dice que el informe de 200 páginas que compiló, aunque nunca se publicó en su totalidad, es devastadoramente crítico.

Los rumores en el Vaticano por mucho tiempo sostuvieron que el Expediente Maccari fue un obstáculo insuperable para otorgar la santidad al padre Pío.

Los seguidores del padre Pío afirman que el arzobispo Maccari murió en su lecho y que habría orado al padre Pío.

Sin embargo el arzobispo Maccari falleció el 17 de abril de 1997 en la calle, en un accidente de tránsito.

En los pasillos del Vaticano el consenso decía que el padre Pío era un ingenuo histérico, o en el peor de los casos, un estafador.

El papa Juan XXIII le prohibió decir la misa en público, publicar sus populares oraciones, recibir visitas, y hablar con mujeres en privado.

Sin embargo, tras la muerte de Juan XXIII (3 de junio de 1963), el papa Pablo VI rechazó las acusaciones de su antecesor, aunque sin aportar ninguna prueba.

En 2007, el historiador y profesor italiano Sergio Luzzatto (1963-) publicó Padre Pio.

Miracoli e politica nell’Italia del Novecento, donde denunció estos hechos.

Entrevistó a personas que habían conocido al padre Pío personalmente:

El padre Pío me llamó en absoluto secreto y me pidió que no les dijera a sus hermanos; me dio personalmente una botella vacía, y me pidió si podría llevarlo a él de vuelta desde Foggia a San Giovanni Rotondo con cuatro gramos de ácido carbólico puro.

Me explicó que el ácido era para desinfectar jeringas para inyecciones.

También pidió otras cosas, como pastillas Valda.

Las denuncias fueron recibidas con una instantánea desmentida de los seguidores del padre Pío.

El señor Luzzatto es un mentiroso y propaga calumnias anticatólicas.

Nos gustaría recordarle al Sr.

Luzzatto que ―de acuerdo con la doctrina católica―, la canonización lleva consigo la infalibilidad papal.

Nos gustaría sugerir al Sr.

Luzzatto que dedique sus energías al estudio de la religión de manera apropiada.

En 2011, Stefano Campanella (director de Tele Radio Padre Pio, en San Giovanni Rotondo) publicó el libro Obedientia et pax.

La verdadera historia de una persecución falsa, donde afirmó que el papa Juan XXIII no había estado en contra del padre Pío.

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