Santos católicos

Roberto Belarmino

Roberto Belarmino

Roberto Francisco Rómulo Belarmino fue un arzobispo, inquisidor y cardenal de la Compañía de Jesús, que defendió la fe y la doctrina católica durante y después de la Reforma Protestante, por lo que fue llamado el "martillo de los herejes".

Fue el encargado de dirigir los procesos inquisitoriales contra Giordano Bruno y Galileo Galilei, entre muchos otros.

Nació el 4 de octubre del año 1542 en Montepulciano, comuna de la región de la Toscana, en el centro de Italia.

Era sobrino del papa Marcelo II, hermano de su madre.

Desde niño se destacó por su gran inteligencia.

Se propuso seguir la vida religiosa, pero recordando las enseñanzas de su piadosa madre, que le había enseñado cuán efímeros son los honores del mundo, quiso optar por una comunidad donde no pudiera ser nombrado obispo ni cardenal.

A pesar de la oposición de su padre, en 1560 fue recibido en la Compañía de Jesús en Roma y en 1570 fue ordenado sacerdote en Gante, Bélgica.

Dio clases en la prestigiosa Universidad Católica de Lovaina.

Durante este tiempo se dedicó también a aprender el idioma hebreo y a estudiar a fondo la Sagrada Escritura y los escritos de los Santos Padres.

Enseñó teología, filosofía, matemáticas y astronomía.

Escribió dos catecismos (uno resumido y uno explicado), que estuvieron en vigor hasta san Pío X.

También compuso numerosas obras de apologética.

Estos libros llegaron a ser muy exitosos y populares entre los sacerdotes y catequistas, que se basaban en ellos para encontrar los argumentos necesarios para la enseñanza de la correcta doctrina y para la defensa de la fe católica.

Especialmente son notables sus Controversias en cuatro volúmenes.

Colaboró en la nueva edición de los Setenta (la biblia griega); en la corrección del Martirologio ; en la redacción de la Ratio Studiorum (el plan de estudios) de la Compañía de Jesús.

También intervino en la edición de la Biblia Vulgata (latina).

En sus últimos años se centra principalmente en obras devotas y espirituales, entre las que sobresale su Comentario a los Salmos, del que se hicieron 30 ediciones.

Muy en contra de sus deseos personales, fue nombrado obispo y cardenal.

Se dedicó a evangelizar a las personas de su diócesis con gran celo.

En 1598 se le encarga la dirección del proceso de la Inquisición contra Giordano Bruno (quien, tras su negativa a retractarse de sus ideas sobre que Cristo no era Dios o que el diablo tendría salvación, pasaría ocho años en prisión y sería quemado vivo en la hoguera; cabe mencionar que Giordano, como científico, teorizaba sobre múltiples sistemas solares y la infinitud del universo).

En 1616 el Santo Tribunal hace un análisis de la teoría heliocéntrica expuesta por Nicolás Copérnico y que empezaba a tener mucha fama en el ámbito científico, filosófico y teológico.

De acuerdo a la experiencia cotidiana y por ciertos fragmentos de la Sagrada Biblia, se llegó a la conclusión de que esta teoría, aunque no era herética, era contraria a las Escrituras y falsa en la filosofía, por eso, Belarmino es mandado a que poco después se haga firmar a Galileo, para no exponer su teoría como verdad absoluta, sino como una hipótesis, argumentando que las pruebas no eran concluyentes.

El papa Paulo V le pidió que volviera a Roma, donde se hizo cargo de la Biblioteca Vaticana.

Murió en Roma el 17 de septiembre del año 1621.

Fue beatificado y canonizado por el papa Pío XI en 1930.

Fue declarado doctor de la Iglesia en 1931.

El 26 de abril de 1969 el papa Pablo VI creó un título cardenalicio con su nombre.

Jorge Mario Bergoglio era el titular de esa cátedra cardenalicia cuando fue elegido Sumo Pontífice bajo el nombre de Francisco en el Cónclave de 2013.

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