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Ulrico de Augsburgo

Ulrico de Augsburgo

San Ulrico de Augsburgo (890 - 4 de julio de 973) fue un religioso católico, Obispo de Augsburgo y figura importante de la Iglesia católica en el inicio del Sacro Imperio Romano Germánico.

Biografía

San Ulrico nació en 890 probablemente en Kyburg, un poblado cercano a Zúrich, Suiza, o tal vez en alguna aldea vecina de Augsburgo.

Descendiente de suevos y alamanes, hijo del Conde Hupaldo y Thetbirga, y relacionado con los duques de Alamania y con la familia imperial de los Otones.

Fue un niño enfermizo que cuando tuvo suficiente edad para aprender fue enviado a la escuela monacal de San Gall, donde demostró ser un excelente alumno.

Decidió hacerse sacerdote, pero dudaba entre ingresar en la Abadía Benedictina de San Gall o hacerse sacerdote secular.

Antes de abril de 910, fue enviado para su formación a Adalberón, Obispo de Augsburgo, que lo hizo chambelán.

A la muerte de Adalberón, acontecida el 28 de abril de 910, San Ulrico retornó a casa, donde permaneció hasta la muerte del Obispo Hiltine el 28 de noviembre de 923.

Gracias a la influencia de su tío el Duque Burchard de Alamania y de otros parientes, San Ulrico fue designado Obispo de Augsburgo por el rey Enrique, siendo consagrado el 28 de diciembre de 923.

Durante su obispado actuó tanto con severidad como con apacibilidad.

Intentó mejorar el bajo nivel moral y social del clero y reforzar su adhesión a las leyes de la Santa Madre Iglesia.

San Ulrico confiaba en alcanzar este fin mediante visitas periódicas y la construcción de tantas iglesias cuando fuera posible, para hacer accesibles al pueblo llano las bendiciones de Cristo a través de su Santa Iglesia.

Su éxito fue en gran parte debido al buen ejemplo de su clero y diócesis.

Con el fin de obtener reliquias realizó dos viajes a Roma, en y entre el 952 y/o 953.

San Ulrico exigía un alto nivel moral de sí mismo y de los demás.

Cien años después de su muerte, apareció una carta al parecer escrita por él, oponiéndose al celibato y apoyando el matrimonio de los sacerdotes.

El autor de la carta contaba que, en opinión del pueblo llano, el celibato era injusto, ya que San Ulrico, conocido por su rigidez moral, apoyaba el matrimonio de los sacerdotes (cf.

"Analecta Boll.", XXVII, 1908, 474).

San Ulrico fue también firmemente leal al emperador como príncipe del imperio.

Fue uno de los más importantes apoyos de la política Otoniana, que descansó principalmente en los príncipes eclesiásticos.

Asistió constantemente a las cortes judiciales convocadas por el rey y a las dietas.

Incluso tomó parte en la Dieta del 20 de septiembre de 972, cuando él mismo se defendió del cargo de nepotismo relacionado con su sobrino Adalbero, al que había nombrado su coadjutor a causa de su propia enfermedad y su deseo de retirarse a una abadía benedictina.

Durante la pugna entre Otón I y su hijo el duque Liudolfo de Suabia, San Ulrico padeció mucho por culpa de Ludolfo y sus partidarios.

Cuando en el verano de 954, padre e hijo estaban dispuestos a atacarse mutuamente en Illertissen en Suabia, San Ulrico y el Obispo Hartbert de Coira fueron capaces en el último momento de mediar entre Otón I y Liudolfo.

San Ulrico consiguió persuadir a Ludolfo y a Conrado, yerno de Otón I, de que pidieran perdón del rey el 17 de diciembre de 954.

Al poco tiempo los magiares entraron en Alemania, saqueando y quemando allí por donde pasaban, y avanzaron hasta Augsburgo, que fue sitiado por bárbaros.

Gracias a la habilidad y coraje de San Ulrico, Augsburgo resistió a los sitiadores hasta que el Emperador Otón llegó.

El 10 de agosto de 955, se libró la batalla de Lechfeld, y los invasores húngaros fueron definitivamente vencidos.

La afirmación posterior de que San Ulrico haya participado en el combate es incorrecta, ya que San Ulrico no pudo romper el cerco de los magiares, que estaban al sur suyo, y al norte del emperador.

Al amanecer del 4 de julio de 973, San Ulrico esparció cenizas en el suelo formando una cruz; roció la cruz con agua bendita y se colocó sobre ella.

Su sobrino Richwin llegó al amanecer con un mensaje y un saludo del Emperador Otón II, e inmediatamente después, mientras el clero entonaba las Letanías, San Ulrico murió.

Su cuerpo fue enterrado en la Iglesia de Santa Afra, que había sido reconstruida por él.

El funeral fue presidido por el Obispo Wolfgango de Ratisbona.

Muchos milagros fueron grabados en su tumba ; y veinte años después de su muerte, en 993, fue canonizado por el Papa Juan XV, siendo el primer santo en ser canonizado mediante proceso canónico.

De comienzos del Siglo X existe una bella miniatura, en un manuscrito que se encuentra ahora en la Librería de Einsiedeln (no.

261, fol.

140) Hay otras miniaturas en la Librería Real de Múnich, en manuscritos de 1454 (Cgm., 94, fo.

26v, y Cgm., no.

751).

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